Entrando de lleno en los vinos que se cataron (todos con coupages en diferentes proporciones de tinta del país, cabernet sauvignon y merlot), debo dejar bien claro que son caldos que por la añada, porcentaje de los coupages o por el tiempo de crianza entre otras cosas, son muy diferentes entre sí, siendo esto muy común en esta bodega que siempre refleja en sus vinos las jugarretas o bonificaciones del año en cuestión. Esta particularidad es muy positiva en este tipo de catas, las verticales, que expresan esas diferencias (rendimiento, inclemencias, horas de sol, plagas, enfermedades, etc.) y hacen la cata muy amena y divertida. Pero ante todo, se pudo comprobar que estos vinos tienen características comunes: armonía en su conjunto, equilibrio, elegancia, frescura, profundidad y gran capacidad para la guarda. De las cuatro añadas, la del 2007 y 2008 parece que fueron las más adversas, es decir, las más difíciles y arriesgadas; fueron dos años muy fríos, con heladas, y por consiguiente poca maduración y menor producción, pero esto no quiere decir que salieran vinos de poca calidad, todo lo contrario, a veces al tener que hacer una mayor selección del fruto se consiguen caldos más expresivos y complejos… es lo que tiene el vino. El vino de la añada 2009 fue para mí el que mostró su mejor estado de forma, no estaba ni verde ni muduro respecto a su evolución en el tiempo, es decir, en su mejor momento para su consumo; acidez impecable y taninos firmes pero amables, en una añada señalada como excepcional por Chrystelle en la que se decidió madurarlo en barrica de roble francés de Allier durante 22 meses. El vino que nos queda, el RESERVA 2006, mostró su potencial de futuro, su gran estructura y acidez para que lo dejemos reposar en condiciones idóneas durante ocho o diez años más y nos revele un ramillete, seguro que fabuloso, de aromas primarios y terciarios.
Cada vino, cada año, cada momento… son diferentes y eso gusta, es una de las particularidades de este interesante mundo, el MUNDO DEL VINO.
Hasta pronto!!