Ésta es la foto de las escaleras de acceso a las habitaciones. La escalera era tan empinada que por todos lados había letreros de precaución: “No dejen que los niños suban o bajen solos la escalera”; “Suban y bajen agarrados al pasamanos”; “Se recomienda el uso de caso para usuarios de la escalera”; “Si usted sufre de tensión alta, consulte con su médico antes de subir esta escalera.”
La página web del resort anunciaba con gran lirismo: “Una playa de arena blanca bañada por el sol. Costas de polvo blanco (aquí lo mismo hay un guiño sutil a los cocainómanos), mares cristalinos, una brisa marina cálida y embriagadora. Encuentre que su vacación sea una experiencia diferente con nosotros. Rélax y romance que pueden durar toda una vida. Nuestro resort garantiza que todo el ambiente tenga una atmósfera tropical, en la que cenar y el ocio sean uno justo al lado de la línea de playa.” No es que la traducción me haya salido un poco rara. Es que su autor tenía problemas con el inglés. Y también con la realidad, porque cualquier parecido con ella…
El pasillo de acceso a las habitaciones. He visto moteles por horas cuyos pasillos tenían más gusto que éste.
Éste era el cuadro que había encima de la cama. ¿Alguien se extraña de que esa noche tuviese pesadillas?
Este cuarto de baño está muy bien pensado: uno puede cagar y ducharse al mismo tiempo.
Esta foto no hace justicia al estado real del techo del área de desayuno, medio desfondado y sostenido por unas columnas precarias. El desayuno adquiere un sabor especial cuando uno lo toma pensando que puede ser el último, porque tal vez el techo se te vaya a caer encima de la cabeza.