Boileau-Narcejac. "Sudores fríos"

Publicado el 26 agosto 2024 por Juancarlos53

«Pensó en el dogma cristiano de la resurrección de los cuerpos. ¿Cómo era posible que, el día del juicio final, el cuerpo de Madeleine renaciera de aquellos átomos dispersos, reducidos a la simplicidad de los elementos?»


La editorial RBA en la promoción que hizo sobre Sudores fríos en su edición de 2013 escribe lo que viene a ser una especie de amplia sinopsis: 
Un día, llama a la puerta de Roger Flavières un antiguo compañero de la universidad que quiere contratarlo para que investigue a su mujer. El marido no sospecha que su esposa le sea infiel, sino que teme por su vida. El motivo de su temor no puede ser más sorprendente: cree que su mujer se halla poseída por el espíritu de una antepasada que murió trágicamente ahogada. Solo ello parece poder explicar por qué su esposa pasa por momentos en los que parece estar ausente, desaparece durante horas sin decir nada y se hunde a menudo en una profunda melancolía. Es así como Flavières empieza a seguir a Madeleine, una mujer de una inusual belleza de la que no tardará en enamorarse profundamente. 
La pareja Boileau-Narcejac tuvo el acierto de renovar el género policíaco. Tras el final de la segunda guerra mundial el modelo de la novela-enigma tipo Agatha Christie, Edgar Wallace, Wilkie Collins o Conan Doyle, estaba agotado. En ese momento en el mundo surgido tras la tragedia bélica y la brutal irrupción en escena del magnicidio atómico es la mera existencia, lo puramente íntimo y personal, lo que atrae a los lectores. La inteligencia humana había alcanzado increíbles cotas de estupidez, de crueldad, de falta de humanidad, se había demostrado el triunfo de la irracionalidad. ¿Para qué, pues, escribir historias en las que la racionalidad triunfaba si vivíamos una existencia frágil, con poco o nada sólido a lo que agarrarse? Triunfa en esta etapa lo psicológico, interesa ver cómo se las ingenian personalmente los personajes para sobrevivir en un mundo caótico. El existencialismo filosófico, arraigado o desarraigado, se impone. Y esto se percibe en esta novela de Pierre Boileau y Thomas Narcejac.
«La muerte de los demás siempre me ha conmocionado porque me anunciaba la mía... Y la mía... No, soy incapaz de resignarme a esa idea. Casi llegué a creer en el Dios de los cristianos... por la promesa de la resurrección. El cadáver sepultado al fondo de una caverna, la gran piedra empujada hasta la puerta del sepulcro, bajo la vigilancia de los legionarios. Y luego, al tercer día... No sabes cuánto pensaba en ese tercer día de niño
Lo cenital de la historia (primera parte de la narración) se sitúa en la Francia de entreguerras, concretamente es 1940 una fecha central en la historia de Francia al ser cuando los alemanes entraron en París y todo en la racionalista Francia se derrumbó.  Luego, la segunda parte de las dos en que se estructura el relato sucede en 1944 cuando Roger Flavières regresa a París desde Senegal donde ha pasado esos cuatro años. Su propósito es establecerse en París e indagar sobre Madelaine, la mujer de Paul Gévigne, de la que él se había enamorado en el curso de sus pesquisas sobre ella.  Parece que el alcoholismo ha hecho estragos en el personaje del abogado detective Como cada mañana, se sentía desalentado. Como cada mañana, le obsesionaba el deseo de beber. El primer chupito le limpiaba el espíritu y así recuperaba las angustias intactas e insolubles, bien ordenadas en su cabeza como cuchillos relucientes.») por lo que su mente a veces patina y es de poco fiar. Lo psicológico y mental, además del sorprendente desarrollo de la trama de esta novela,  fue sin duda alguna lo que despertaría el interés de Alfred Hitchcock, que la llevó a la gran pantalla bajo el título de Vértigo, un clásico del cine negro protagonizado por James Stewart y Kim Novak.
Los autores muestran en Sudores fríos un París bello y hermoso especialmente durante el proceso de enamoramiento de Flavières:
«Madeleine subió por la avenida hasta la Place du Trocadéro, para continuar por la explanada de blancura deslumbrante. Nunca París se había parecido tanto a un parque. La torre Eiffel, azul y rojiza, se alzaba sobre los céspedes como un tótem familiar. Los jardines se inclinaban hacia el Sena, rodeando tramos de escaleras que semejaban inmóviles cascadas bordeadas de flores.»

En la novela sobrevuela el mito de Orfeo y Eurídice, la historia del enamorado Orfeo que al perder a su amor, Eurídice, bajará hasta los infiernos para recuperarla y volverla a la vida junto a él. Precisamente eso es lo que en su fuero interno o en su mente perturbada pretende hacer Flavières al retornar a París en 1944. 
«Flavières oyó que lloraba. Caminaron abrazados hacia un bulevar iluminado. Iban a regresar al mundo de los vivos. Flavières sacó su pañuelo.»
¿Ha logrado finalmente encontrar Flavières a su Madelaine? ¿Había fallecido ésta como Eurídice? ¿Estaba ella enamorada de él? ¿Por qué Gévigne, el marido de Madelaine, quiso que Roger, su amigo de infancia, siguiera a su esposa?
Todas estas preguntas se las hace el lector durante la lectura de esta interesante y diferente novela detectivesca escrita por estos dos escritores que se comunicaban entre ellos por carta. Hoy, desde luego, todo les habría resultado más sencillo. Esta novela apareció el año 1954 y es la tercera de los cerca de 40 títulos que la pareja formada por Pierre Boileau y Thomas Narcejac escribió. Dentro de la novela negra ciertamente fue una apuesta novedosa que incide fundamentalmente en lo psicológico, lo que crea una tensión muy interesante. 
Pero, volviendo a los interrogantes anteriores diré que resolverlos es el gran acicate para leer esta novela. Y que se disfruta un montón resolviéndolos. Una gran novela, sin duda alguna. Leeré más de esta pareja de autores: Boileau-Narcejac.

_________________Un título más que viene a engrosar los leídos para completar el Reto "Nos gustan los clásicos"