Regresamos ya bien entrados en el mes de noviembre. Mes de Todos los Santos, de leyendas, mitos como el de Don Juan y doña Inés en Sevilla, aroma a castañas y piñones asados en las calles con el frío que comienza a sentirse a la caída del sol.
Noviembre es un mes especial que en este caso trae una receta de tradición: Los bollitos de Santa Inés. Un dulce popular en el torno de Santa Inés, convento que además está ligado a una leyenda literaria que rondaba por las calles de Sevilla en el s. XIX.
El convento de Santa Inés fue construido con el donativo de Doña María Coronel, viuda noble de Don Juan de la Cerda. Perseguida allá por el s. XIV por el rey Pedro I el Cruel, decidió refugiarse en este convento sevillano de religiosas clarisas fundado en 1375. Se sitúa en la calle del nombre de la fundadora, María Coronel, muy cerca del Palacio de Dueñas.
A él está ligada una leyenda muy conocida de Gustavo Adolfo Bécquer. Poeta y escritor sevillano, muestra inequívoca del romanticismo español, tiene entre sus Rimas y Leyendas una asociación muy especial con este convento.
Se lee entre las páginas de la leyenda Maese Pérez el Organista, que fue en el convento de Santa Inés donde las manos portentosas de este organista llenaban de sonido celestial cada Nochebuena. En la Misa del gallo de la capilla no cabía un alfiler la víspera de Navidad y todos esperaban el momento de la Consagración para oír el repertorio...Hasta que murió en una de esas misas mientras tocaba el instrumento que parecía bendecido por lo más alto del cielo. La sorpresa para los presentes es que en las posteriores misas del Gallo, el órgano, ya huérfano de esas manos prodigiosas, volvió a sonar aunque no había nadie. Era el alma de Maese Pérez...
Bécquer siempre me ha fascinado. Sus poemas son parte de mi vida, los leía desde que estaba en el instituto y las leyendas tienen ese toque místico y especial que las hace únicas. Si no habéis tenido la oportunidad de sumergiros entre sus páginas os animo a que lo hagáis, os envolverá esa atmósfera romántica que tantas tantas veces nos falta en este mundo de estrés.
Al ver que la historia de este convento estaba ligada a esta leyenda y al misterio de la receta, no pude resistirme a lanzarme y a investigar. En primer lugar el contexto del convento y todo lo que le rodea y en segundo lugar, trazar una receta a través de algunas directrices encontradas en libros de cocina monacal y basándome en los ingredientes que figura en el paquete de estos bollitos que venden las monjas. Es una receta que se elabora desde 1600 pero es secreta para el público. He equilibrado con lógica los ingredientes y el resultado es éste. Unos bollitos a medio camino entre panecillo y galleta. Con el toque inconfundible de sésamo que sabe a historia. No sé si he acertado o no, pero la experiencia de investigar y crear esta receta ha sido muy enriquecedora a nivel personal y emocional. ¡Pasamos a la cocina!
Ingredientes: (12 uds.)
- 300 grs. harina trigo
- 1 cdta. levadura en polvo
- 80 grs. aove
- 80 ml. agua templada
- 40 grs. azúcar
- pizca de sal
- sésamo
- 1 huevo para pintar.
Preparación: Comenzamos con todos los ingredientes secos. Los mezclamos bien y añadimos el agua. La masa nos irá quedando compacta- Una vez bien integrada agregamos el aceite poco a poco.
Amasamos hasta que no se peque y quede una masa suave.
Boleamos porciones de 45 grs. que disponemos en bandeja en forma de S. Tapamos con un paño media hora. Pintamos con huevo y decoramos con sésamo.
Horneamos unos 15 minutos a 180 grados. Sacamos cuando esté dorado. Dejamos enfriar en rejilla. Conservamos en recipiente hermético por varios días.
¿Qué te ha parecido la receta? ¿Te animarías a hacerla en casa? Me encantaría conocer tu opinión en comentarios. No sé si estáis habituados a los dulces de convento pero en España es muy popular sobre todo en fiestas como la Navidad o la Semana Santa. Como curiosidad, comentar que conventos como el de Santa Inés, pasaron períodos de escasez en la pandemia al no poder vender sus dulces al público y crearon una tienda online denominada El Torno en la que repartían incluso a parte de la provincia en el confinamiento. Tan famosos se han hecho, que el Carrefour de Sevilla, se pueden encontrar algunos de sus dulces.
¿Y tú? ¿Recuerdas con cariño algún dulce elaborado en algún convento de tu pueblo o ciudad?. Cuéntame.
Vuelvo pronto con más recetas.
Un abrazo enorme.
Maribel García 🍓