Las editoras de novelitas de a duro eran veteranas del mundo del tebeo, en busca de nuevas cuotas de mercado, que explotaron con colecciones especializadas en distintos géneros: Marcial Lafuente Estefanía, Silver Kane o Keith Luger fueron los nombres que dominaron el western, Corín Tellado las románticas y Joseph Berna o Lou Carrigan las policíacas. En realidad, todos estos escritores eran más españoles que el botijo, pero se extendió el uso de pseudónimos anglosajones para hacerlos más interesantes.
Uno de los principales logros de los bolsilibros es que sirvieron como crisol para que germinase la ciencia ficción moderna española gracias a grandes profesionales que hoy son reverenciados por los aficionados. El género atrajo inmediatamente a los lectores y cada editora acabó creando su propia colección especializada: Editorial Valenciana lanzó Luchadores del espacio (234 títulos, 1953-1963), Toray Espacio Mundo Futuro (533 títulos, 1954-1973) y Bruguera La conquista del espacio (725 títulos, 1970-1985).
El primer gran éxito de la ciencia ficción española y, en buena medida, responsable de cuanto vino después, fue la serie La saga de los Aznar, que no tiene nada que ver con quien estás pensando y supuso el debut de la colección de Valenciana Luchadores del espacio. El padre de la criatura era un tal George H. White. Pero, como te hemos avisado, tras ese pseudónimo se escondía un autor español de pura cepa. Su verdadero nombre era Pascual Enguídanos Usach.
Nacido en 1923 en Líria (Valencia), donde permaneció hasta su muerte en 2006, de chaval Pascual era un auténtico entusiasta de la lectura. Entre sus personajes favoritos estaba Flash Gordon (Alex Raymond, 1934), cuyos encuentros con los engrendros de aspecto dinosauroide endémicos del planeta Mongo leía con avidez en la revista de Hispano Americana Aventurero (1935). Cuando la escuela a la que acudía fue reconvertida en hospital militar durante la Guerra, se puso a trabajar en las labores más duras para ayudar a la economía familiar. Pero lo que de verdad le gustaba era escribir.
En los años 40 comenzó a colaborar en la revista local Estímulo, así como en la emisora Radio Juventud. Su labor profesional comienza en 1951 con algunos títulos románticos y bélicos para Editorial Valenciana, y también publicó varios trabajos en Bruguera. Considerado hoy como el decano de los escritores de ciencia ficción españoles, en 1953 publica bajo el pseudónimo de “George G. White” la novelita “Los hombres de Venus”, la primera de las 54 que compondrán La saga de los Aznar.
El éxito de la serie catapultó la ciencia ficción en España. Y también tuvo bastante repercusión fuera de nuestras fronteras. En 1969, se publicó en Francia la versión en viñetas, que se reeditará en varias ocasiones, en 1972-1973 se editó en portugués. Y en 1978 fue premiada como mejor serie europea de ciencia ficción –por delante del clásico alemán Perry Rhodan– en la EuroCon de Bruselas. Aprovechando el tirón, ese mismo año Antonio Guerrero dibujó otra versión en cómic, lo que debió llenarle de satisfacción ya que veinte años antes había ilustrado para Editorial Rollán el cuadernillo de aventuras Rock Vanguard (guión de Miguel González Casquel, 1958), inspirado tanto en Flash Gordon como en La saga de los Aznar, pues también comienza en las montañas tibetanas, donde el protagonista encuentra una nave espacial que le transportará al planeta Radoma, que alberga tribus de hombres primitivos y dinosaurios.