FECHA: 26 de abril de 1937
BELIGERANTES:
República Española: Gobierno legal de España y Gobierno provisional del País Vasco
Sublevados: Legión Cóndor al mando de Hugo Sperrle
HECHOS
Los habitantes de Guernica tuvieron conocimiento de los estragos de la guerra desde el principio, aunque en los primeros meses, el ambiente no se vio alterado drásticamente, solo roto por algunas detenciones, a las que siguieron las movilizaciones de las primeras quintas, junto a la militarización de algunas empresas locales y el racionamiento. Con el tiempo, a medida que el frente se acercaba, llegaron los primeros refugiados civiles; en el Colegio de Carmelitas se instaló un hospital de sangre, y empezaron a mezclarse las noticias sobre el desarrollo de la contienda con los rumores; cuando el 31 de marzo de 1937 el ejército rebelde bombardeó Durango, el temor empezó a cundir entre la población, y las autoridades locales ordenaron construir refugios antiaéreos. Con todas estas actividades llegó el 26 de abril, lunes, que además era día de mercado. Hacia las 16:00 horas apareció un primer avión que dejó caer algunas bombas; unos 15 minutos más tarde, llegaron tres aviones volando bajo. Empezaba el bombardeo sistemático de Gernika que se prolongaría durante más de tres horas.
La destrucción producida en Gernika fue obra de la Legión Cóndor alemana y de las fuerzas aéreas italianas, que actuaban bajo las directrices dadas por el ejército sublevado. La táctica aplicada fue tan devastadora que ha pasado a la historia como el primer ensayo de guerra total. Según José Manuel Martínez Bande, los aviones habían despegado del aeródromo de Vitoria, siguieron el valle del Oca, y atacaron, en dos grupos, Guernica de norte a sur. Eran tres tipos de aviones: Heinkel 111, Junkers 52 de bombardeo y Heinkel 51 como cazas. Aunque no tenemos datos en cuanto al número, suponemos que, en cada oleada actuaban, unos 15 o 20 aparatos. Su táctica consistió en arrojar bombas rompedoras, luego racimos de bombas incendiarias y simultáneamente, ametrallar al personal, no sólo el que se encontraba en la ciudad, sino también en sus alrededores. Durante el bombardeo se lanzaron unas 31 toneladas de bombas. El centro urbano de la villa quedó arrasado; 271 edificios fueron destruidos. Las bombas incendiarias provocaron un incendio que no pudo ser sofocado durante varios días; sin embargo, las fábricas de armamento y el puente de Errenteria, únicos objetivos estratégicos de la villa, no llegaron a ser bombardeados.
El Gobierno de Euskadi registró 1.654 víctimas mortales, aunque el número total de víctimas mortales es difícil de saber, ya que los escombros no serían retirados hasta finales de 1941. El régimen franquista procuró eliminar los registros elaborados por las autoridades vascas, borrando así la memoria de las víctimas. Las tropas sediciosas entraron en Gernika tres días después del bombardeo, en ellas iban italianos, alemanes, moros y requetés. Muchos pobladores de la ciudad habían huido por miedo a las represalias, especialmente republicanos y nacionalistas. A las tropas moras se las acuarteló en diversos lugares de la villa, entre ellos en la iglesia de Santa María. Días después a las mujeres guerniquesas se las obligó a limpiar estos lugares profanados, siendo una humillación más. El bombardeo sorprendió, por su crueldad, a todos los habitantes de Gernika, incluso los que estaban alertados del posible peligro, ya que nunca hubieran esperado un ataque de tal intensidad. Al caer las primeras bombas la gente buscó cobijo en los refugios municipales, fábricas, bodegas y sótanos de los edificios, incluso hubo quienes optaron por abandonar la villa y ocultarse en el monte, en las huertas y en los caseríos.
La vivencia del bombardeo fue algo horrible para todos: miedo, angustia, inseguridad; muchos pasaron las largas horas del ataque preocupados por los seres queridos que no estaban a su lado. Lo que sintieron al acabar el bombardeo fue confusión y asombro ante el panorama. El bombardeo duró hasta 19:45. La difusión de los hechos acaecidos en Gernika fue desde el primer momento objeto de una profunda controversia. Algunos testigos junto con personalidades del Gobierno de Euzkadi y de la sociedad vasca, denunciaron al mundo la destrucción de la villa foral y la implicación del ejército alemán y franquista. Apareciendo la noticia en los principales medios informativos europeos. Por otro lado, el bando rebelde, nunca reconoció su responsabilidad, al contrario, tergiversó las pruebas y utilizó la prensa adepta para acusar a los republicanos vascos de haber provocado el incendio de la villa en su retirada hacia Bilbao.
Durante los primeros años del franquismo se llevó a cabo la reconstrucción de Gernika. En ella participaron presos políticos y personas libres. Los trabajos duraron cinco años y, aunque parezca una paradoja, el máximo responsable de la destrucción de Gernika, Francisco Franco, fue nombrado hijo adoptivo de la ciudad. La reconstrucción Nunca llegó a reparar todo lo que se había destruido; el ambiente vecinal de la Gernika de antes de la guerra quedó enrarecido durante mucho tiempo, ya que el franquismo instauró una dura represión ideológica y cultural: las denuncias y los registros estaban a la orden del día y nada se escapaba a la Guardia Civil. A pesar de lo cual, durante los años de la dictadura Gernika no dejó de ser el símbolo de las libertades vascas. El reconocimiento de la implicación alemana en el bombardeo no llegó hasta 1997, cuando el presidente Herzog envió una carta a los supervivientes en la que admitía la implicación de Alemania en el ataque aéreo.
BIBLIOGRAFÍA
Crónica de la Guerra Española de la Editorial Codex, S.A. Buenos Aires (Argentina)
Diversos capítulos de mis Blogs Personales: COSAS DE HISTORIA Y ARTE y Una biografía en tu pantalla
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Ramón Martín