Algunas de las imagenes que pongo en este post, nos ayudan a comprender que el otoño es una de las estaciones más bonitas, con sus cambios de color, desde amarillos, anajarandos y rojizos, que contrastan con los fondos verdes de los árboles persistentes y coníferas.
Las hojas a los pies de los árboles, descubre el tronco desnudo, que durante la primavera y verano se encuentra protegido. Esas hojas caídas nos ofrecen una increible alfombra.
Así mismo y a pesar del frio, algunas flores nos llaman la atención como las dalias.
Incluso en la huerta nos sorprenden los colores.
Quería comentar que incluso el olfato se ve afectado. El olor a mojado, a verde, a lluvia, a niebla. Incluso en este jardín botánico existen árboles secretos. Y me refiero a uno de los árboles que más me ha impactado. Se llama el Cerdidiphyllum japonica. Es un árbol que no llama la atención. Es cierto que con la frondosidad de los árboles del jardín es difícil y quizás porque su hoja se parece a la hoja del Cercis. Sin embargo, no es igual. Se llama árbol de Katsura, y recibe el nombre de Cercidiphyllum porque sus hojas tienen la misma forma que el Cercis. Tiene una estructura más bien vertical. Debo decir, que jamás lo he visto en flor, no porque no tenga, sino porque me gusta en otoño, cuando sus hojas caen al suelo y desprenden un olor a caramelo increibe. Esto me lo enseño mi profesor de plantas ornamentales de segundo en Castillo de Batres. Al que le debo mi amor por el paisajismo y que me descubrió el verdadero significado de este arte.
Otra de las especies protagonistas es la Parrotia persica simplemente con las fotos os dareis cuenta de la maravilla. Un color fuego, frente al verde del fondo.
Os invito a que vayais al Jardín Botánico y disfruteis de las delicias otoñales, que la naturaleza prepara para que nosotros las veamos.