Boots story

Por Yopo
A riesgo de parecer un tarado, me atrevo a confesar que ayer fui a las rebajas... el primer día de rebajas, noo! ¿Que por qué hice esa locura? Pues porque tenía miradas en varios sitios unas botas que me gustaban. Unas en Zara, otras en El corte inglés, y las últimas en una zapatería de las de toda la vida. El caso es que pensé en ir el primer día, para evitar que no hubiera mi talla, y por supuesto para aprovechar una rebaja del 30% como mínimo! Al menos eso anunciaban...
Primero fui a Zara, y las botas que había visto unos días antes ya no estaban... Le pregunté a una dependienta por ellas, fingió no conocer su existencia, y me dijo que no sabía de cuales le estaba hablando. Primera en la frente.
Salí de allí desolado, y me dirigí a El corte inglés, donde estaban las botas con mayúsculas... las que más me gustaban de todas las que había visto. Valían 95 euros, y ahora se quedaban por 60. Un chollazo! Pero no encontraba mi número. Llamé al dependiente, le pedí un 43, y dijo que me las traía del almacén. Estaba yo feliz de la vida, pensando en la gran compra que iba a hacer, cuando viene el dependiente a decirme que sólo le quedaba lo que había ahí. Qué mala suerte, primer día de rebajas y ya no hay mi número! Maldije todo lo que se me ocurrió mientras me dirigía a quemar el último cartucho.
En la zapatería había visto unas botas del estilo que me gustaban, así que fui, sí tenían mi número, y me la probé. Pero la única caja del 43 que había, sólo tenia una bota dentro!! La izquierda concretamente. Bueno, la otra estaría en el escaparate... no pasaba nada. Me dirigí a la caja a pagar, y la dependienta me dijo que me buscaba la bota compañera en un momento, que no había problema. Pero sí que lo había, la bota no aparecía, la enorme zapatería estaba muy desordenada, por el caos de las rebajas, y la pobre chica desesperaba de un lado para otro buscando, sin dejar de repetir “¿un 43 verdad? Pues no lo encuentro”. Y no lo encontró. Me dijo que si estaba interesado, me podía guardar la bota que le quedaba, y que si le dejaba un número de teléfono me llamaba cuando encontrara la otra, que tenía que estar en alguna sitio, que no vendían zapatos si no era por pares... ja... ja... ja. Ni puñetera gracia me hizo, pero accedí... porque no había visto otras botas que me gustaran!
Salí de la tienda pensando que lo de comprarme unas botas estaba maldito, y que para qué había ido el primer día de rebajas, si no me había servido de nada!! Pero de repente, un grito detrás de mí hizo que me girase: “la encontré!la encontré!” gritaba la dependienta con la bota en la mano en medio de la calle. Corrió hacia mí con una expresión de felicidad en el rostro, como si lo de encontrar la bota perdida hubiese sido el reto de su vida! Así que, tras ciertas dificultades, por fin las botas están en mi poder. Con una rebaja de 5 euros solamente, pero menos es nada!