Borderline

Por Dayana Hernandez

     Como de los árboles las hojas que han caído no retornan, así a su vida no volverán las sensaciones. Le repugnan los delirios de familiaridad con el entorno. Espera existan otros diseños moleculares más caprichosos. Otros mundos más densos, formados de una materia distinta e impalpable a la de esta dimensión que no permite una experiencia más que superficial del placer y el sentimiento. Solo puede ver segmentos perdidos de tiempo, inconsecuentes e invariables. Dice: Todo se repite sin ser lo mismo. No importa si eres lento en tu propio cuerpo, llega un momento en que todo se desdobla. Las pasiones le son inescrutables, como redes infinitas que llevan a la acción pero carecen de ritmo. Hay un caótico orden que debe ser reconocido sin protesta pero le da lo mismo: desasocia los sentidos. Disfruta de un reprochable onanismo psíquico. Le aúlla a la siniestra medicina. Alucina con la improbabilidad de ser. Forma fuertes raíces de antisocial. Es un inepto profesional. Es un tímido risueño y descontrolado. Es un pusilánime del romanticismo. Un artista de la culpabilidad intelectual. Se ha reservado toda emoción, porque sentir le aterra. Tenía una vehemencia admirable. Creía en los espíritus. Creía en la evolución y la importancia sideral. Creía incluso en la salvación. ¿Ahora quien logrará interceder ante tal grado de ineficiencia existencial?

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Arte: Michael Reedy