Borgman y… ¿por qué? (!)

Publicado el 06 junio 2016 por La Cara De Milos La Cara De Milos @LacaradeMilos

Sí, con admiración entre paréntesis al final, porque la verdad es que me dejó bastante impresionado, aunque no por los motivos que creéis. Me parece increíble que Borgman (2013), del holandés Alex van Warmerdam, se llevara uno de los máximos galardones en el Sitges de 2013, no lo olvidemos, uno de los festivales de más prestigio del cine fantástico. Y no porque, como muchos han criticado, la película no sea fantástica en sí (pues posee elementos suficientes que la alejan de la realidad) si no porque es mediocre, aburrida y poco comedida. En la edición de 2012 se llevó el premio Holy Motors, o sea que rezemos para que el premio a la mejor película de Sitges no se convierta en garantía de zurullo intelectualoide.

Borgman arranca con un cura y dos tipos yendo en busca de Camile Borgman, un hombre barbudo que vive en un agujero debajo del suelo en el bosque que rodea una ciudad, quien se percata y escapa, avisando también a algunos amigos que, como él, viven también en el subsuelo. Se acerca entonces a una casa a pedir que le dejen darse un baño y se lleva un portazo en las narices; prueba en otra y se lleva una paliza por decir que conoce a la mujer de la casa, a la esposa de su agresor. Se marcha, pero la mujer le acoge sin que su marido se entere. Así empieza Borgman...

Borgman da inicio entoonces a un auténtico desbarajuste narrativo, una manera de contar la historia en la que se sobreexplotan las pistas falsas, lo que conduce a un callejón sin salida. Esto, unido a que la elipsis se utiliza mal, pues lo que consigue crear es desorientación y no la formulación de preguntas, producen una sensación de la más absoluta arbitrariedad interpretativa al ver Borgman, que supongo que a gufudos barbudos habrá encantado. No estamos ante el cripticismo de David Lynch o su donación de libertad al espectador para que entienda la película a su manera; aquí no se sabe racionar la información, ni se da mucho ni se da poco ni se da nada. ¿Qué son Borgman y sus colegas: espaguetis vengadores, extraterrestres, topos, demonios?

La originalidad del planteamiento no ha logrado entusiasmarme, ni el misterio que Van Warmerdam trata de imprimir a las palabras de los personajes ha conseguido que la cinta me interese: lo más que pude hacer fue bostezar y esperar paciente a que sucediera algo que jamás lo iba a hacer. Un ramalazo posmoderno de la peor calaña que hace que la palabra sinsentido se quede chica para definirlo.

Al finalizar Borgman, se te queda cara de bobo, de embaucado, de una persona a la que le han robado casi dos horas de su vida. Pese a sus virtudes (que tampoco es que sean muchas y casi todas pasan por el gran trabajo de los actores), me ha aburrido y no me ha satisfecho nada. Además, como experimento dentro del subgénero home invasion es ineficaz y pierde la partida contra grandes nombres del género como la impactate y española Secuestrados (2010) de Miguel Ángel Vivas o la magnífica À l'intérieur (2007) de Alexandre Bustillo y Julien Maury: para destruir a la familia sigue siendo mucho más útil (y bonito) lo explícito.

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