Tantas son las leyendas, exageraciones y desinformación que, cual capas de cebolla, han estado engordando la propuesta del Brexit, desde mucho antes del referéndum de 2016, que, lo que no consiguieron políticos serios de anteriores gobiernos en agotadoras negociaciones y votaciones, lo ha logrado un populista simpático, charlatán y embustero con la promesa de abandonar las instituciones comunitarias el próximo 31 de enero y aumentar significativamente las inversiones públicas, sobre todo en sanidad y gasto social, para compensar la “desconexión” económica y la polarización de los ciudadanos.
Pertenecer a un club, como es la Unión Europa, sin disfrutar de privilegios no les parece ventajoso a los renegados ingleses que se disponen a dar el portazo. Y para justificarse, aseguran que todos los problemas de Gran Bretaña son por causa de su adhesión a la UE. O de los otros, los demás, los de fuera, focalizados en el inmigrante, la globalización, las decisiones de Bruselas, una diversidad que nos hace temer por la propia identidad, etc. Es el argumentario de todos los populismos ultranacionalistas, de izquierdas o derechas, con sus promesas de soluciones simples para los complejos problemas que afectan a sus naciones, y que, sin tener que demostrar su viabilidad, consiguen atraerse a los indecisos, a los castigados por todas las crisis (política, económica, social, religiosa, cultural), a los parados, a los xenófobos y hasta a los que predican la “esencia” racial y cultural de la que se erigen valedores.
De ahí que, entre sus objetivos, figure también, junto al Brexit, “tener a raya” a la BBC, el ente público audiovisual inglés de sobrada reputación por su neutralidad informativa y calidad técnica. Y es por ello, por esas cualidades profesionales, que Johnson ha ordenado que ninguno de sus ministros acuda a un programa informativo de Radio 4, una de las emisoras de la corporación. No perdona que la BBC no expresara un apoyo menos neutral a su candidatura y al Brexit. Vamos: que no se aviniera a manipular como él solía en sus tiempos de reportero. Y que fuera públicamente puesto en evidencia cuando un prestigioso entrevistador de la cadena le reprochó en directo, señalando todas las preguntas que pensaba formularle, que no hubiera querido participar en el programa, como hicieron los demás candidatos. Boris no fue porque sin demagogia y bulos no sabe responder a quien no se deja engañar con artificios verbales.