Boris Vian

Publicado el 29 agosto 2011 por Jordiguzman

Boris Vian (1920-1959)

Boris Vian fue un prodigio de la naturaleza. Es de aquellas personas que a uno le gustaría haber conocido y poder hablar con él en un oscuro antro con aroma de opio y absenta en el París de la posguerra y con una banda de jazz como telón de fondo. Fue un gran novelista, cantante, autor teatral, trompetista, ingeniero, compositor…todo un personaje y aun me dejo cosas.

El otoño en Pekín, La espuma de los días, Escupiré sobre vuestra tumba o los relatos publicados con el nombre de El Lobo-Hombre son, en mi opinión,  de lectura obligada. Autor literario de obra breve y realizada en pocos años (poco mas de siete) tiene, sin embargo, una fuerza, ironía y modernidad apabullante. Vian murió de un ataque cardíaco – hacia mucho tiempo que le habían diagnosticado una grave dolencia cardíaca – en un cine de París cuando estaba viendo un pase privado de la adaptación cinematográfica de su novela Escupiré sobre vuestra tumba.

Por culpa de esta canción antimilitarista, compuesta en 1954,  Vian tuvo grandes problemas con el estado francés, la interpreta el propio autor.  La versión en español es de Marcelo Saenz Rojos.

EL DESERTOR

Señor Presidente
Le escribo solo estas letras,
que a lo mejor hasta lee,
si tiene tiempo pa’ ello.
Recibo en este momento
mis papeles militares
para irme a la guerra
Antes del miércoles tarde.
Señor Presidente,
Pero yo no quiero hacerla.
yo no estoy aquí en la Tierra
pa’ matar a unos pobres hombres.
Me da igual que usted se enfade
por lo que vengo a decirle.
Mi decisión es tomada,
ya que voy a desertar.

El día en que nací,
he visto a mi padre morir,
a mis hermanos marchar,
y vi a mis hijos llorar.
Cuando me metieron preso,
me robaron la mujer,
y me robaron la fe
con sus recuerdos queridos.
Y de haber sufrido tanto
mi madre se fue a la tumba
lo mismo le dan ya bombas
lo mismo le dan las larvas.
Mañana, de madrugada,
yo mi puerta cerraré
en narices de años muertos.
Y saldré por los caminos.

Y mendigaré mi vida
por los caminos de Francia,
desde Bretaña a Provenza,
y a la gente le diré :
“No debéis obedecer,
no debéis hacer la guerra,
y no cojáis el petate,
ni vayáis hacia el cuartel.”
Si hubiera que dar la sangre,
vaya usted y de la suya
ya que buen apóstol es,
Señor Presidente.
Por si me quiere buscar,
dé este aviso a sus gendarmes
de que no llevaré armas
y que podrán disparar.