Publicado por la república
Por:Augusto Álvarez RodrichLo que sé que viene ahora con el gabinete Valdés.
La renovación amplia del gabinete que se concretó anoche mediante el reemplazo de Salomón Lerner por Óscar Valdés al frente del Consejo de Ministros constituye una expresión del fracaso del modelo ‘plural’ con el que empezó el gobierno, y aspira a alcanzar cohesión y coherencia interna para dejar de parecer, como ahora, tan despelotado y hasta paralizado.La decisión obedece a la acumulación de desencuentros entre el presidente Ollanta Humala y Lerner que explotaron con la crisis de Conga.El motivo fueron las diferentes visiones que, casi desde el inicio del gobierno, se hicieron evidentes entre el esquema económico decidido por el presidente Humala y la reacción crecientemente adversa de varios ministros y asesores, la cual se reflejaba no solo en discusiones internas, sino en declaraciones públicas que mostraban a un gobierno caótico, y en filtraciones a la prensa y lobbies en el Congreso contrarios a lo decidido.Lerner no pudo articular este gobierno ‘plural’ o, no lo hizo, al menos, a la velocidad que le pedía Humala, a cuyo gobierno se le podía perdonar el desorden inicial a cambio de la intención de ‘hacer las cosas bien’.Eso estuvo bien hasta el balance de los primeros cien días, pero al acercarse al quinto mes, el gobierno parecía despelotado, con ministros y asesores que se contradecían en público en asuntos medulares y que, por lo bajo, jugaban sucio unos contra otros. Y, por eso mismo, paralizado.El problema que le costó el puesto a Lerner es que los ministros y asesores discrepantes de las posiciones que hoy defiende el presidente Humala son los que él llevó al gobierno y que, además, él no fuera capaz de articularlos y de persuadirlos para actuar con una estrategia común
Así, el cambio de gabinete buscaría un ‘borrón y cuento nuevo’ con un equipo mejor organizado alrededor de un guión común y donde nadie juegue su propio partido. En este sentido, el cambio de tripulación buscaría ordenar la toma de decisiones alrededor del esquema económico que sustenta el ministro de Economía, Miguel Castilla, quien sigue en el cargo.El cambio encierra, también, el riesgo observado por algunos de que el gobierno endurezca, a partir de ahora, su mano, algo que debe ser vigilado y, en todo caso, desmentido por el propio régimen en los hechos.El cambio también va a significar un distanciamiento creciente del gobierno frente a los grupos de izquierda con los que llegó al poder y que, en teoría, le permitían un mejor acercamiento con los sectores sociales que apoyaron a Humala en la elección y que hoy están calentando las plazas regionales con sus reclamos y protestas. Pero es obvio que, con la opción económica que ya ha tomado el presidente –y ahora el gabinete–, esa relación ya estaba debilitada, ¿o no?