Borrow. La Biblia en España

Publicado el 29 marzo 2021 por Santosdominguez @LecturaLectores

George Borrow.
La Biblia en España.
Introducción, notas y traducción
de Manuel Azaña.
Alianza Editorial. El libro de bolsillo.
Madrid, 2021.

"La obra que ahora ofrezco al público, titulada La Biblia en España, consiste en una narración de lo que me sucedió durante mi residencia en aquel país, adonde me envió la Sociedad Bíblica, como agente suyo, para imprimir y propagar las Escrituras", escribía George Borrow en el prólogo de la primera edición de La Biblia en España, que se publicó en 1842.

Es sin duda uno de los mejores libros de viajes del siglo XIX y ofrece una vívida descripción de primera mano de aquella España en plena guerra carlista que recorrió durante cinco años. Pero hasta setenta años después no se traduciría al español:

"No es muy honroso para nuestra curiosidad que hayan transcurrido cerca de ochenta años desde que vio la luz, sin ponerlo hasta hoy, traducido, al alcance de todos. El libro fue compuesto, en su mayor parte, en los lugares mismos que describe. Borrow redactaba un diario de viaje", escribía en 1921 Manuel Azaña en la Nota preliminar a su edición en tres tomos de La Biblia en España en la colección Granada del editor Jiménez Fraud.

La había traducido del inglés para aquella primera edición en España, hace ahora un siglo exacto. Poco podía sospechar el insigne traductor que el libro volvería a desaparecer de las librerías hasta que Alianza Editorial recuperó en 1971, medio siglo justo después, aquella traducción que ahora acaba de reeditarse.

Así describía Azaña a Borrow, don Jorgito el inglés, como se le conocía en los cafés y mentideros madrileños, en la Nota preliminar a su traducción: "Era alto, flaco, zanquilargo, de rostro oval y tez olivácea; tenía la nariz encorvada, pero no demasiado larga; la boca, bien dibujada, y ojos pardos, muy expresivos. Una canicie precoz le dejó la cabeza completamente blanca. Las cejas, prominentes y espesas, ponían en su rostro un violento trazo oscuro."


Aquel misionero extravagante, protestante evangélico, ferviente y audaz, tenía treinta y dos años cuando entró en España a lomos de una mula por la frontera portuguesa de Elvas con Badajoz. El viaje de Borrow por España, que comenzó en enero de 1836, se prolongaría -con paréntesis de ida y vuelta a Inglaterra- hasta octubre de 1840. Dos años después, en 1842, publicaba el libro.

Así recordaba Azaña el proceso de aquella primera edición: "Ford aconsejó a Borrow que publicase sus aventuras personales y se dejara de extractar libracos españoles. Al saber que tenía entre manos una Biblia en España, insistió en sus advertencias: nada de vagas descripciones, nada de erudición libresca; hechos, muchos hechos, observados directamente; arrojo para no caer en las vulgaridades ; no preocuparse del bien decir; evitar las gazmoñerías y la declamación. Borrow se aprovechó de esos consejos. En su retiro de Oulton ordenó y completó los materiales de que disponía: diarios de viajes, cartas a la Sociedad Bíblica, y en diciembre de 1842 se publicaba la obra que velozmente le llevó a la celebridad.
Su triunfo fue inmenso. En el primer año se agotaron seis ediciones de a mil ejemplares en tres volúmenes, y una edición de diez mil ejemplares en dos tomos. Dos veces reimpresa en Norteamérica aquel mismo año 43, fue traducida al alemán, al francés y al ruso; en 1911 iban publicadas de La Biblia en España más de veinte ediciones inglesas. Borrow saboreó la popularidad; sus escritos posteriores contribuyeron poco a sostenerla."

Subtitulado Viajes, aventuras y prisiones de un inglés en su intento de difundir las Escrituras por la Península, la agilidad narrativa del libro hace que sus abundantes páginas se lean como una narración novelesca pródiga en episodios y en incidentes, en paisajes evocados con mirada plástica y en personajes descritos con innegable habilidad para la caracterización.

Entre campos y ciudades, entre clérigos facciosos y alguaciles, bandoleros y ventas peligrosas, viajó a Madrid, a Andalucía, a Galicia por Castilla, a Asturias, a Santander. Evocó con solvencia el ambiente de Cádiz y Sevilla, de Toledo y Segovia, de Aranjuez y Sanlúcar. Convivió con los gitanos, que llamaron su atención desde Badajoz, y tradujo a su lengua el Evangelio de San Lucas; trató con los gobernantes para que autorizaran la edición de la Biblia, atravesó lugares peligrosos y vadeó corrientes tempestuosas, fue encarcelado en varias ocasiones, reflejó las intrigas cortesanas, el ambiente de los cafés y la dureza de los caminos carreteros de la época.

Pese a esa dureza, fue la mejor época de la vida de Borrow, que recordaba en su prólogo la experiencia que quedaba reflejada en los cincuenta y siete capítulos del libro como la más feliz de su existencia:

"Es muy probable que si yo hubiese visitado España por mera curiosidad o con el propósito de pasar uno o dos años agradablemente, jamás hubiese intentado dar cuenta detallada de mis actos ni de lo que vi y oí. Yo no soy un turista ni un escritor de libros de viajes; pero la comisión que llevé allá era un poco extraña y me condujo necesariamente a situaciones y posiciones insólitas, me envolvió en dificultades y perplejidades, y me puso en contacto con gente de condición y categoría muy diversas; de suerte que, en conjunto, me lisonjeo pensando que el relato de mi peregrinación no carecerá enteramente de interés para el público, sobre todo, dada la novedad del asunto; pues aunque se han publicado varios libros acerca de España, éste es el único, creo yo, que trata de una obra de misiones en aquel país.
[...]
En España pasé cinco años, que, si no los más accidentados, fueron, no vacilo en decirlo, los más felices de mi existencia. Y ahora que la ilusión se ha desvanecido ¡ay! para no volver jamás, siento por España una admiración ardiente: es el país más espléndido del mundo, probablemente el más fértil y con toda seguridad el de clima más hermoso. Si sus hijos son o no dignos de tal madre, es una cuestión distinta que no pretendo resolver; me contento con observar que, entre muchas cosas lamentables y reprensibles, he encontrado también muchas nobles y admirables; muchas virtudes heroicas, austeras, y muchos crímenes de horrible salvajismo; pero muy poco vicio de vulgar bajeza, al menos entre la gran masa de la nación española, a la que concierne mi misión; porque bueno será notar aquí que no tengo la pretensión de conocer íntimamente a la aristocracia española, de la que me mantuve tan apartado como me lo permitieron las circunstancias; en revanche he tenido el honor de vivir familiarmente con los campesinos, pastores y arrieros de España, cuyo pan y bacallao he comido, que siempre me trataron con bondad y cortesía, y a quienes con frecuencia he debido amparo y protección.


Nada mejor para resumir la admirable empresa que había significado en su momento La Biblia en España queestas palabras elogiosas con las que destacaba Azañala humanidad de Borrow:

" The Bible in Spain es un libro autobiográfico. [...] No emplea en esta obra las confidencias, no se confiesa con el lector; su procedimiento consiste en dejar hablar a los que le tratan, para pintar el efecto que su persona y sus hechos causan en el ánimo del prójimo; asomándonos a ese espejo, vemos la imagen de un don Jorge muy aventajado: subyugaba y domaba a los animales fieros; los gitanos le adoraban; era la admiración de los "manolos"; temíanle los pícaros; confundía al posadero ruin y a los alcaldillos despóticos; encendía en sus servidores devoción sin límites; era afable y llano con los humildes; trataba a los potentados de igual a igual y hacía bajar los ojos al soberbio; nunca se apartaba de la razón, ni perdía la serenidad; un prestigio misterioso le envuelve; en suma: el héroe y el justo se funden en su persona; es un apóstol que propaga la palabra de Dios, pero sin el delirio de la Cruz, sin romper el decoro; es un caballero andante que se compadece de la miseria y a cada momento cree uno verle emprender la ruta de Don Quijote, pero sin burlas, sin yangüeses, en una España que creyese en él y le tomase en serio. Apóstol y caballero están bajo el amparo del pabellón británico."