Se trata de un auténtico santuario de la naturaleza, en cuyo interior se atesora una gran riqueza biológica. En sus cerca de 6.000 hectáreas de superficie podemos encontrar numerosas comunidades vegetales que crecen a la sombra del roble albar (el árbol dominante), roble común, abedul, haya, acebo, tejo, fresno o el arce. En cuanto a la fauna, son más de cien las especies de vertebrados que allí habitan, destacando el lobo, el oso o el urogallo; sin olvidarnos de zorros, jabalís y corzos.
Un espacio de singular riqueza que, por diversas circunstancias históricas y por su situación geográfica, fue capaz de llegar hasta nosotros en tan buen estado de conservación que, mediado el siglo XX, no faltaron argumentos para quienes reclamaban públicamente medidas de protección. En 1973 fue adquirido por el extinto Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA); en 1982 fue declarado Reserva Biológica Nacional, con un régimen de especial protección; en 2000, obtuvo la declaración de Reserva de la Biosfera, por parte de la UNESCO.
Como quiera que los responsables de la Reserva Integral de Muniellos han establecido unas restrictivas medidas de acceso y el cupo de veinte visitantes por día se suele cubrir con mucho tiempo de antelación, son muchos los que ni siquiera lo intentan y se quedan sin poder gozar de todos los encantos que atesora. Pues bien, que sepan todos ellos que existe otra opción para disfrutar de este paradisíaco escenario caminando por un sendero situado en los aledaños de la Reserva y que discurre por un robledal similar al de Muniellos.
Características
- Tipo: circular
- Dificultad: ▲▲▲▲▲
- Itinerario: Moal - Mirador de Montecín - Collado de Munco - Moal
- Señalización: buena
- Sendero homologado: P.R. AS-132
- Desnivel: unos 400 metros.
- Distancia: 11 kilómetros
- Duración: de tres y media a cuatro horas
Situación y distancias
Distancias por carretera a Cangas del Narcea, capital del concejo del mismo nombre
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Cómo llegar al punto de partida
Nada más llegar podemos dejar el vehículo (ver mapa). Poco después encontraremos un panel con información sobre la ruta.
A vueltas con lo que acabamos de ver, pensando en el agua que inundaba el tramo final del camino, por donde habremos de regresar, continuamos la ascensión. No tardamos en divisar un cortín, esa construcción circular de piedras que, como hemos contado en alguna otra ocasión, tiene por finalidad la de proteger las colmenas del goloso ataque de los osos.
No obstante, quienes, a pesar de los consejos, decidan seguir adelante, que sepan que la bajada hacia el collado discurre por un precioso hayedo que sombrea un ancho camino.
Si hasta aquí habéis llegado ya sabéis: todo para abajo. Cuando la pendiente se suavice estaremos cerca de las praderías de Moal. Al poco tiempo nos toparemos con un tramo en el que compartiremos el camino con las aguas que descienden de las alturas. Llegamos al cruce que vimos a la ida. Giramos a la derecha en dirección a Moal, «la puerta de Muniellos»...
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