El patrimonio matemático debe preservarse como parte imprescindible de nuestro legado cultural. Como decía Francisco Vera: se trata menos de polemizar sobre el valor de los producido en el solar patrio que de estudiarlo.
El cálculo es una actividad tan necesaria como rutinaria y poco placentera. El ingenio para reducir y automatizar las operaciones se remonta a la noche de los tiempos.
Esta modesta contribución lleva varios años aparcada a la espera de un empujón que la mejore. El tiempo pasa sin encontrar el momento de darle un impulso. Pudiera ser de utilidad para el aficionado benevolente disponer de algo que sabemos muy simple. Lanzamos este bosquejo con advertencia de su precariedad pues no dudamos de la necesidad de algo mejor: a falta de pan…
Quizá sean las referencias bibliográficas lo de mayor interés: hay que estar muy agradecidos a los estudiosos de este patrimonio, que es más rico de lo que cabía esperar tras los lamentos de los Ilustrados ante la postración de la ciencia en la piel de toro.
El paseo histórico termina poco antes del cálculo electrónico cuya potencialidad fue el sueño inconcluso de tantos pioneros.