Caléndula. Tanto en la infusión como la crema y el aceite de pétalos de esta flor ayudan a suavizar las duricias y a curar las ampollas y las rozaduras de los pies, gracias a su acción desinfectante y regeneradora.
Áloe vera. El gel que exudan sus ojas más carnosas refresca los pies hinchados por el calor y acelera la curación de las escoceduras.
Limón. Las fricciones con el jugo de este cítrico refuerzan la piel fina de los pies. Para "curtir" unos pies muy sensibles a las agresiones mezcla el zumo de limón en partes iguales con té negro o con una infusión de hojas de nogal. ¿Tienes callos? En ese caso, sumérgelos en agua caliente y, una vez secos, frótalos con un gajo de limón.