Casi desde que existen los libros se venden, usados y de segunda mano, en las orillas del Sena en lo que se ha dado por considerar como la librería, a cielo abierto, más grande del mundo.
Les bouquinistes fueron inicialmente personas de cuestionable honestidad que, las más de las veces se apoyaba en la no menos dudosa procedencia de sus mercancías, aunque su actividad fue reglamentada poco a poco hasta constituir el colectivo que hoy conocemos y que, de sol a sol, y nunca mejor dicho, ameniza coloreando nuestros paseos a lo largo de más de tres kilómetros, los más emblemáticos, a ambos lados del Sena...
Hoy en día constituyen un atractivo turístico más, en una ciudad en la que no faltan, hasta el punto de que al conjunto de sus 900 puestos de cajas verdes y 240 vendedores se le ha reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, un patrimonio desde el que se exhiben unos 300.000 libros antiguos, así como un buen número de revistas, sellos y tarjetas...
Estos bouquinistes parisinos fueron inspiración de muchos libreros en otras muchas ciudades... Así tenemos y salvando las distancias, los puestos madrileños de la cuesta de Moyanos...
Aunque hoy en día, y así fue como lo ha ido exigiendo el turismo, los bouquinistes ampliaron sus ofertas de negocio a la venta de láminas, pinturas, litografías y otros souvenirs...
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