Es la película del año y la que triunfa allá donde va, quizá por su audaz y atractivo planteamiento, quizá por su armónico y natural desarrollo. El caso es que “Boyhood (Momentos de una vida)” es capaz de detener el instante y el devenir en algo más de dos horas, de transmitir los anhelos y los sinsabores de la vida misma, de atrapar el tiempo en su fugacidad y resistencia a la aprehensión. En ella Richard Linklater hace de relojero suizo, y mide la transformación experimentada por los protagonistas con asombrosa precisión, construyendo una lúcida radiografía psicológica y sociológica. Su cámara registra de manera sencilla y natural el crecimiento de Mason (Ellar Coltrane) y su cambiante mirada sobre la vida y su entorno. En los años decisivos de su desarrollo, pierde la inocencia e ingenuidad infantil para ir dando cobijo a un sentimiento de escepticismo y resignación. No entiende bien a los adultos ni el amor que les lleva a pelearse y separarse, y por eso espera de forma tediosa y abúlica el día en que sea mayor y pueda hacer lo que le parezca mejor.
En “Boyhood (Momentos de una vida)” compartimos varios años de la existencia de gente confusa pero que sabe rehacerse en la dificultad. El padre que interpreta Ethan Hawke encarna el espíritu libre y positivo que empuja a ir siempre hacia adelante, sin reparar en planteamientos morales o religiosos -que rechaza frívola y despectivamente- y sin renunciar al carpe diem clásico. Esa actitud atrae al Mason niño y juguetón, pero no tanto al chaval que ha crecido y que se ha dado cuenta de que la vida necesita un poso y una reflexión. De esta manera, el adolescente prefiere que “el momento te aproveche a ti”, y por eso espera la ocasión en que conozca a la chica de su vida, ya sea en el instituto o en la Universidad. Quizá por eso también Mason se aficione a la fotografía y trate de hacer arte de lo ordinario, pues aspira a no caer en la rutina ni a dejarse arrastrar por el paso del tiempo: tiene un ideal de crear y componer su vida, de decidir lo que quiere hacer y también sobre los compromisos que quiere asumir.
El otro referente que encuentra Mason en su educación familiar es el de su madre, Olivia (Patricia Arquette), mujer que se rehace como puede de un matrimonio para después volver a hacer lo mismo con otro. No tiene suerte con los hombres pero es una mulier fortis que no se frena ante los obstáculos, que pelea por aumentar los ingresos familiares con un trabajo en la Universidad o llevando la contabilidad de la casa. Vive para sus hijos, y su abnegación y talante sacrificado serán otra buena escuela para Mason. Sin el apoyo de un marido, Olivia trata de armonizar exigencia y flexibilidad, autoridad y confianza. En su vida, tiene metas y horizontes mientras siente que sus hijos la necesitan… pero cuando percibe que ya se han independizado, le asaltan las dudas y la insatisfacción: “pensé que habría más”, señala en un momento de desánimo cuando los poyuelos abandonan el nido. No se puede decir que su vida haya sido infructuosa ni que no haya merecido la pena, pero sí que todo ha ido demasiado deprisa y que apenas le ha dado tiempo a ser consciente de ese cambio.
Y es que si algo tiene “Boyhood (Momentos de una vida)” es la capacidad para hacer que todo fluya sin compartimentos estancos ni atascos, sin arritmias ni acelerones, sin situaciones impostadas o inverosímiles. Las distintas etapas de la vida se suceden con asombrosa naturalidad, y el espectador es llevado sin trampa ni cartón por un plano tan inclinado como placentero. No hacen falta rótulos cronológicos ni aclaraciones narrativas, porque el guión es diáfano y claro y lleva al espectador con suavidad. Se siguen, sin esfuerzo, los vaivenes de una familia que la productora califica de “moderna”, se adivina el desconcierto de Mason que sufre el divorcio de sus padres o la transformación del carácter de su hermana Samantha (Lorelei Linklater) con la llegada de la pubertad. En ese sentido, las elipsis son magistrales y la historia no necesita de signos de puntuación para ir de una casa, de una ciudad o de un instituto a otro… porque la cámara acompaña a los personajes en el tiempo como lo hace a las personas (fue rodada respetando el tiempo real del 2002 al 2013, y su carácter de falso documental hace que la ficción se acerque a la realidad para extraer toda su verdad).
Se advierte, por otra parte, quizá como ingrediente de esa familia moderna, la preocupación por tener una autoestima controlada y también por dar primacía al sentirse bien con uno mismo. Son varias las ocasiones y los personajes que manifiestan la inquietud y desazón ante un suceso o situación determinada, algo normal y comprensible pues es humano… siempre que no determine la actuación posterior. El razonamiento lógico apenas aparece como tampoco lo hacen principios morales, y es que el sentimiento y la necesidad de vivir el instante sin mayores complejidades se han instalado en esos individuos del siglo XXI. Basta con tener buenas intenciones, buenas sensaciones, buenos sentimientos… para caminar por el camino de la vida. Por eso, cuando Mason se va a la Universidad, le dice a su madre que no necesita del pasado ni llevar la primera fotografía que hizo: se inicia para él una nueva etapa, en la que parece querer desligarse de las anteriores, como si entonces comenzase a ser plenamente libre.
La letra del tema musical nos dice, en esa misma línea y como reclamo, “déjame ir, no quiero ser tu héroe, no quiero ser un gran hombre, solo quiero luchar como los demás. Deja tu farsa, no quiero formar parte…”. Es el grito de la modernidad (o de la posmodernidad), que quiere avanzar y no quedar retenida por costumbres y tradición, que busca una autenticidad que identifica libertad como espontaneidad, que necesita un reclamo que le atrape desde el corazón. Y es que, a falta de un espíritu racional fuerte y de una conciencia rectora, los afectos y las sensaciones mandan en un tiempo que mucho se acerca al romanticismo de otra época. Ciertamente, el tiempo fluye y deja sus huellas, aunque a veces parezca que se quiera hacer tabula rasa del pasado y volar hacia territorios aún sin explorar.
En las imágenes: Fotogramas de “Boyhood (Momentos de una vida)”, película distribuida en España por Universal Pictures International Spain © 2014 IFC Films, Boyhood Inc. y Detour Filmproduction. Todos los derechos reservados.
Publicado el 14 febrero, 2015 | Categoría: 9/10, Año 2014, Drama, Opinión, USA independiente
Etiquetas: adolescencia, Boyhood. Momentos de una vida, Ellar Coltrane, Ethan Hawke, familia, Lorelei Linklater, Patricia Arquette, Richard Linklater, tiempo, vida