No es que sea una cosa tremenda lo que ha hecho BP. No parece tratarse de un engaño o una mentira grandísimos. Más de uno puede pensar que se trata de un simple retoque en photoshop, que incluso puede defenderse -es un decir- por razones estéticas, sólo "para que quede mejor la imagen".
Cuando lo que está en juego es la credibilidad, o la fiabilidad de lo que se dice y se muestra de uno mismo, no se puede jugar con estos "pequeños" detalles. Porque en ellos está el secreto de la credibilidad y la fiabilidad.
Ya se trate de BP, o de Obama (que -en este mismo affaire- parece pretender hacernos olvidar que BP es una empresa tan estadounidense como británica) o, por no llegar muy lejos, con el maquillaje de la crisis financiera en España por el gobierno Zapatero a lo largo de muchos meses.
Esto último no es "photoshop": es incluso peor. Manipular imágenes de la realidad está mal. Manipular la realidad con el lenguaje está mucho peor. No es tan fácil de detectar la evidencia del trabajo de "photoshop lingüístico" con el que no pocos políticos, empresarios y comunicadores pretenden -en propio beneficio- impregnar a la ciudadanía con un retocado sentido de la realidad.
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