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Alex Osborn, la gran “O” de aquella agencia de publicidad, acuñó el término brainstorming en 1953 (Imaginación Aplicada) para describir un proceso en el que un grupo trabaja en conjunto para hacer frente a un problema: “hacer una tormenta de ideas consiste en utilizar el cerebro para asaltar un problema creativo y para hacerlo en comandita, con cada provocador atacando audazmente el mismo objetivo“. Su regla número uno para una sesión de brainstorming con éxito fue que no debía haber críticas.
Sin embargo, estudios recientes muestran que el debate y la disidencia en realidad pueden estimular el pensamiento creativo. Los críticos también cuestionan la eficacia del intercambio de ideas, diciendo que los resultados sufren del síndrome de pensamiento de grupo, con participantes que tienden a centrarse en una idea única. El pensamiento grupal está a veces sobrevalorado, confundiendo el debate intelectual, la colaboración y la síntesis negociada con la generación colectiva de ideas. La necesidad de pertenecer a una tribu de pensamiento puede llevar a una falta de originalidad tanto como que la ausencia de puntos de vista personales suele rendirse a la visión de la manada.
En los negocios y en los tiempos anteriores a una crisis tiende a haber un pensamiento corporativo que es avanzar gracias a los productos de tecnología en lugar de hacerlo con la cultura tecnológica. “Usar los teléfonos y tabletas, pero mantener los patrones establecidos de edad”. Durante los momentos críticos y después de ellos, la valentía es más que una opción. Predicar la independencia de pensamiento pero manteniendo la unidad del rebaño es más que tener pobreza de horizontes, es una apuesta de riesgo, es apostar a un punto de no conflicto en lugar de romper el juego en busca de una solución. Por supuesto, esta reflexión tiene un aquí y ahora, que es el camino europeo actual de actuar con el sistema emprendedor, pero con distintas miradas. Es muy distinto hablar de pymes de 1500 empleados frente a pymes de 100. En la Mitteleuropa esta práctica de intercambio de ideas es costumbrismo aceptado y sin ansiedad ni consecuencias de parálisis. Mientras tanto, en el sur de Europa (después de la erosión del tejido industrial, sumado a un pensamiento académico extremadamente maleable), emerge un pensamiento emprendedor que sobrestima la coincidencia de ideas así como el trabajar con seres de ideas afines.
A los hijos de los sueños con tormentas habría que despertarlos rápido si piensan jugar en la tierra de las mini startups.
Bonus Track: Una perla de Pew Institute via The Economist sobre idioscincracia, reputación, percepción y el resultado del pensamiento de grupo a nivel sociedad … ¿sabéis a quien afecta en realidad?
Via @PewInstitute & @TheEconomist