Brasil, mientras la gente vota…

Publicado el 07 octubre 2014 por Gsnotaftershave @GSnotaftershave

Las candidatas presidenciales Dilma Rousseff y Marina Silva durante la campaña electoral / EFE

Núria Segura Insa

Este domingo, en Brasil, todas las miradas estaban puestas en las urnas y en ver quién era el candidato que iba acompañar a la actual Presidenta, Dilma Rousseff, a la segunda vuelta. La mandataria fue la candidata más votada con el respaldo del 41,50% del electorado. Finalmente, el conservador Aécio Neves se impuso con un 33,66% de los votos a la ecosocialista Marina Silva del Partido Socialista Brasileño (PSB), que obtuvo  21,29% de respaldo.

Mientras esto sucedía, unas 200.000 personas trabajaban como esclavas en el gigante sudamericano. La mayoría en la construcción, pero también en otras actividades como la agricultura o las minas. Gran parte son bolivianos, unos 50.000, pero también hay de otras nacionalidades como haitianos, peruanos o incluso brasileños.

Las poblaciones rurales se están despoblando y, por ende, hay brasileños que emigran hacia la ciudad donde acaban trabajando como esclavos en fábricas textiles o de la confección. Talleres ilegales, clandestinos, difíciles de controlar y de encontrar. Un nuevo rostro de esclavitud.

El ex futbolista será gobernador en Río de Janeiro por el Partido Socialista Brasileño de Marina Silva / EFE

Y es que el crecimiento económico de Brasil, que se ha convertido en el líder indiscutible en la región, en la sexta economía mundial y está dentro del G-20 y de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), tampoco ha venido acompañado del avance social que se esperaba. Y, a veces, incluso, ha ido para atrás, como en el caso del trabajo esclavo, ya que se ha convertido en un foco de llamada tanto para brasileños pobres como para emigrantes que buscan una vida mejor, pero que acaban cayendo en mano de las redes de tráfico y de trata.

Brasil, ya de por sí, es un país muy complejo, por su tamaño, es el más grande de Sudamérica, pero también el más poblado,  donde viven alrededor de 200 millones de personas.

En los doce últimos años, ha gobernado el Partido de los Trabajadores (PT), ocho con el popular expresidente Luis Inazio Lula de Silva y otros cuatro con Dilma de Rousseff, que en el caso de ganar las elecciones cumpliría sus últimos cuatro años de mandato, pues en este país los presidentes solo se pueden reelegir una vez.

Con el crecimiento económico y los doce años de gobiernos del PT, 20 millones de brasileños han salido de la pobreza.  Sin embargo,  según un estudio elaborado por Wagner Kamakura de Rice University y José Affonso Mazzon de la Universidad de Sao Paulo, dado a conocer ahora hace un año, se ha incrementado la brecha entre ricos y pobres. En este sentido, los pobres  pasaron de ser 13,94 millones (7,3%) de la población a 29,6 millones (15,5%) con un sueldo medio de unos 427 dólares (337,4 euros), mientras que los ricos fueron del 1,8% al 2,8% de la sociedad y cobran alrededor de 9.000 dólares (7.113 euros). Por su parte, la clase media descendió del 58% de la población al 55,9%.

Por otro lado, la CEPAL estima que este país es uno de los más desiguales de la región. De acuerdo al índice GINI, que mide la inequidad social, 0 es la perfecta igualdad y el 1 la completa desigualdad, Brasil puntúa con un 0,55. Además, según este organismo de las Naciones Unidas para América Latina, el 5,4% de la población vive en situación de pobreza extrema, es decir, con menos de un dólar al día.

Jóvenes descontentos

Jóvenes de Brasil se manifiestan para reclamar mejoras en sanidad y educación / EFE

Así pues, uno de los principales retos del próximo inquilino de Planato (palacio presidencial de Brasil) será  que este crecimiento económico se traduzca también en mejoras sociales sustanciales.

Entre los jóvenes, especialmente, de clases medias y bajas hay un gran descontento, como se demostró en las numerosas manifestaciones que protagonizaron días antes y durante el Mundial de Fútbol, que este verano acogió el gigante latinoamericano.

Ellos quieren que realmente haya una igualdad de oportunidades, como les prometieron. Sin embargo, ahora esto no existe.  Un buen ejemplo de ello, es que el 60% de los  jóvenes de las clases más pobres tan solo tienen tres años de estudios básicos, mientras que el 65% de los ricos quince, según el estudio de Kamakura y Mazzon, en el que no se analizó a los más ricos de todos.

Y precisamente, estos jóvenes descontentos de clase media son a los que ahora quieren llegar ambos candidatos. En esta primera vuelta, Rousseff se ha impuesto en las zonas del noreste del país, las más pobres, mientras que Neves en las clases más ricas del sudoeste, como es el caso de ciudades como Sao Paulo. Así pues, la clase media ahora tiene la llave para mover la balanza hacia uno u otro lado el próximo 26 de octubre.