El chantaje estadounidense sobre los aviones europeosAnte esta inocultable realidad una parte creciente de los actores de este proceso decisional comenzaron a inclinarse por los Rafale franceses hasta que … ¡el presidente François Hollande arrojó por la borda toda la tradición gaullista al declarar que su gobierno estaba dispuesto a secundar nada menos que el plan criminal de Barack Obama de bombardear Siria! Este anuncio fue hecho después que el Parlamento británico se rehusara acompañar tan siniestra iniciativa, con lo cual surgió de inmediato la siguiente pregunta: ¿qué garantías podría tener Brasil de que, ante un diferendo con Estados Unidos, París no se inclinaría solícita ante un pedido de la Casa Blanca de bloquear el envío de partes y software para los Rafales adquiridos por Brasil? Si hace apenas unos pocos meses Hollande demostró su incondicional complicidad con un plan criminal como el bombardeo indiscriminado de Siria, ¿por qué pensar que actuaría de modo diferente en caso de un conflicto abierto entre Brasilia y Washington? En tal eventualidad la Casa Blanca recurriría al manual conteniendo sus “procedimientos estandardizados de operación” (SOP, por su sigla en inglés) y rápidamente denunciaría que Brasilia “no colabora” en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico con lo cual se convierte en una amenaza a la “seguridad nacional” de Estados Unidos y, escudándose en una ley del Congreso, embargaría el envío de partes y software al país sudamericano a la vez que solicitaría que hagan lo mismo sus aliados europeos. ¿Podría confiarse en que Francia, o llegado el caso Suecia, no se plegarían a la exigencia norteamericana? ¡De ninguna manera! Veamos el registro histórico: en la actualidad países como Corea del Norte, Cuba, Irán, Siria, Sudán y, para ciertos productos, la República Popular China, son víctimas de diversos tipos de embargos, y en todos los casos Washington cuenta con la solidaridad de sus compinches europeos. En el caso cubano, el más radical de todos, lo que hay más que un embargo para cierto tipo de productos es un bloqueo integral ¡cuyo costo para los cubanos equivale a dos Planes Marshall en contra! En relación a los aviones franceses y suecos los decisores brasileños tendrían que haber conocido qué proporción de partes y tecnología estadounidenses contenían los Rafale y los Gripen-NG. Porque si llegaban a tener más de un 10 por ciento -no de todo el avión sino de cada una de sus principales partes: aviónica, fuselaje, sistemas electrónicos, informática, etcétera- bastaría para que, en caso de conflicto con Brasil, Washington exigiera la aplicación de un embargo sin que los gobiernos actuales (y los previsibles) de Francia o Suecia pudiesen negarse a obedecerlo so pena de transgredir una legislación concebida nada menos que para garantizar la seguridad nacional de Estados Unidos. Tómese nota de lo siguiente: el motor que propulsa al Gripen-NG es un desarrollo de una turbina fabricada por la empresa estadounidense General Electric. Sólo con eso es suficiente para que ante una controversia entre Washington y Brasilia Suecia pueda verse obligada a interrumpir el suministro de partes y software para los aviones vendidos al Brasil, a menos que esté dispuesta a enfrentar los costos de un serio conflicto con Estados Unidos. El Sukhoi: la carta rusaAsí las cosas, lo único que podría haber garantizado la independencia militar del Brasil habría sido adquirir sus aviones en países que, por su poderío, por razones de su propia inserción en el sistema internacional y por su estrategia diplomática, estuvieran exentos del riesgo de convertirse en obedientes ejecutores de los mandatos de la Casa Blanca. Hay sólo dos países que detentan esas características y que, a la vez, cuentan con la capacidad tecnológica para construir aviones caza de última generación: Rusia y China, fabricantes del Sukhoi y el Chengdu J-10 respectivamente.En consecuencia, el debate sobre quién suministraría los nuevos aviones que Brasil -¡y los países con los que comparte la cuenca amazónica!- necesitan llegó abruptamente a un punto completamente inesperado: descartados los F-18 y los Rafale, la opción más razonable habría sido llamar a una nueva licitación y permitir la inscripción de los aviones rusos y chinos. Infelizmente no fue ese el camino elegido por Brasilia. Alguien podría preguntarse qué tienen de malo los Gripen-NG suecos. No sólo lo que indica el informe secreto filtrado a la prensa y detallado más arriba sino que, además, desde el punto de vista político no hay garantía alguna de que Estocolmo –es decir la Suecia de hoy, no la que existía en los tiempos de Olof Palme, que por algo fue asesinado- vaya a comportarse de manera distinta ante una requisitoria de Washington de embargar el envío de partes y software a los Gripen-NG de la FAB. Por eso el 18 de Diciembre del 2013 el Ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorím, anunció el resultado de la licitación con la adjudicación de los mismos a la empresa sueca SAAB, fabricante de Gripen-NG. “La elección se basó en los criterios de desempeño, transferencia de tecnología y costo”, dijo en la rueda de prensa convocada a tal efecto. Desgraciadamente la elección no tuvo en cuenta el criterio más importante para la toma de decisiones en asuntos que hacen a la autodeterminación y la defensa nacional: la geopolítica. ¿Cómo se pudo ignorar que un informe oficial del Parlamento Europeo del 14 de Febrero del 2007 estableció que con posterioridad a los atentados del 11-S -entre 2001 y 2005- la CIA operó 1.245 vuelos ilegales en el espacio aéreo europeo, trasladando “detenidos fantasmas” (“ghost detainees”) hacia centros de detención y tortura en Europa (especialmente Rumania y Polonia) y Oriente Medio? Entre los gobiernos que se prestaron a tan siniestro tráfico se encuentra el país donde se fabricarán los aviones encargados de vigilar el espacio aéreo brasileño, Suecia, que si bien en el citado informe no es acusado de haber admitido “interrogatorios” en su territorio pero sí de haber permitido que esos “vuelos de la muerte” estadounidenses se reabastecieran y encontraran apoyo logístico en sus aeropuertos. Siendo esto así, ¿cómo confiar que un país que se prestó a una maniobra tan atrozmente violatoria de los derechos humanos podría rehusarse a “colaborar” con Washington en caso de que éste le solicitara interrumpir el envío de suministros, partes y software para los Gripen-NG de la FAB?ConclusiónPor eso decíamos antes y lo ratificamos con más fuerza ahora que la única opción realmente autónoma que tenía la presidenta Dilma Rousseff era la de adquirir los Sukhoi rusos, aún al costo de tener que soportar virulentas críticas dentro y fuera del Brasil. Dentro, porque a nadie se le escapa que hay sectores internos que proponen olvidarse de Latinoamérica y militan a favor de una incondicional alianza con los Estados Unidos y Europa, y en los cuales prevalece la mentalidad de la Guerra Fría que Estados Unidos se ha esmerado en mantener viva a lo largo de todos estos años, si bien con algunos maquillajes. Por ejemplo, no se habla ya del “peligro soviético” pero sí de la “amenaza terrorista”; y Rusia, al dar asilo y protección al ex agente de la National Security Agency (NSA) Edward Snowden, confirma que no se encuentra del lado de la libertad y la democracia sino precisamente en la vereda de enfrente. Y críticas fuera del Brasil, porque Estados Unidos no sólo habría presionado para abortar una posible decisión a favor de los Sukhoi sino que, en caso de concretarse la adquisición, hostigaría a Brasilia con condenas y sanciones de todo tipo. La desorbitada ambición del imperialismo y sus sistemáticos atropellos a la legalidad internacional y a la soberanía nacional brasileña no le dejaban a la presidenta Rousseff ninguna otra alternativa. Su única escapatoria para garantizar el control de la cuenca amazónica, más por necesidad que por convicción, eran los Sukhoi. Cualquier otra opción ponía seriamente en riesgo la autodeterminación nacional. Lamentablemente estas consideraciones geopolíticas no fueron tenidas en cuenta y se tomó una mala decisión -la menos mala porque peor aún hubiera sido adquirir los F-18- pero mala al fin porque es antagónica al interés nacional brasileño y, por extensión, a las aspiraciones de autodeterminación de Sudamérica. Con esta decisión Brasil podrá vigilar y preservar la integridad de la amenazada Amazonía mientras no exista un diferendo con Estados Unidos o alguno de sus compinches; pero si un conflicto llegara a desatarse Brasil quedaría prácticamente desarmado, rehén de los chantajes y la prepotencia de Washington. El problema no era tan sólo con los aviones de la Boeing sino también con los de cualquier otro país que previsiblemente se inclinara solícito ante las requisitorias de Washington, como todos los europeos. Comprarle los aviones caza al aliado de quien espía a las autoridades y las empresas brasileñas y aliado también de quien acecha al país con veintiséis bases militares es un gesto de increíble insensatez política y que revela un imperdonable amateurismo en el arte de la guerra, errores estos que le van a costar muy caro al Brasil y, por extensión, a toda Sudamérica. Con la adquisición de los Gripen-NG se ha desperdiciado una magnífica oportunidad de avanzar hacia la autodeterminación militar, prerrequisito de la independencia económica y política. No sólo Brasil tomó una pésima decisión que perjudica su soberanía; también perdió la UNASUR porque con ella se obstaculiza la clara percepción de quién es el verdadero enemigo que nos amenaza con su infernal maquinaria militar. Por eso hoy es un día muy triste para Nuestra América. Como se dice en la jerga de los videojuegos de guerra, “game over”, ¡y desgraciadamente ganaron los villanos! Ojalá que los movimientos sociales y las fuerzas políticas patrióticas y antiimperialistas de Brasil tengan la capacidad de revertir tan desafortunada decisión.
El chantaje estadounidense sobre los aviones europeosAnte esta inocultable realidad una parte creciente de los actores de este proceso decisional comenzaron a inclinarse por los Rafale franceses hasta que … ¡el presidente François Hollande arrojó por la borda toda la tradición gaullista al declarar que su gobierno estaba dispuesto a secundar nada menos que el plan criminal de Barack Obama de bombardear Siria! Este anuncio fue hecho después que el Parlamento británico se rehusara acompañar tan siniestra iniciativa, con lo cual surgió de inmediato la siguiente pregunta: ¿qué garantías podría tener Brasil de que, ante un diferendo con Estados Unidos, París no se inclinaría solícita ante un pedido de la Casa Blanca de bloquear el envío de partes y software para los Rafales adquiridos por Brasil? Si hace apenas unos pocos meses Hollande demostró su incondicional complicidad con un plan criminal como el bombardeo indiscriminado de Siria, ¿por qué pensar que actuaría de modo diferente en caso de un conflicto abierto entre Brasilia y Washington? En tal eventualidad la Casa Blanca recurriría al manual conteniendo sus “procedimientos estandardizados de operación” (SOP, por su sigla en inglés) y rápidamente denunciaría que Brasilia “no colabora” en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico con lo cual se convierte en una amenaza a la “seguridad nacional” de Estados Unidos y, escudándose en una ley del Congreso, embargaría el envío de partes y software al país sudamericano a la vez que solicitaría que hagan lo mismo sus aliados europeos. ¿Podría confiarse en que Francia, o llegado el caso Suecia, no se plegarían a la exigencia norteamericana? ¡De ninguna manera! Veamos el registro histórico: en la actualidad países como Corea del Norte, Cuba, Irán, Siria, Sudán y, para ciertos productos, la República Popular China, son víctimas de diversos tipos de embargos, y en todos los casos Washington cuenta con la solidaridad de sus compinches europeos. En el caso cubano, el más radical de todos, lo que hay más que un embargo para cierto tipo de productos es un bloqueo integral ¡cuyo costo para los cubanos equivale a dos Planes Marshall en contra! En relación a los aviones franceses y suecos los decisores brasileños tendrían que haber conocido qué proporción de partes y tecnología estadounidenses contenían los Rafale y los Gripen-NG. Porque si llegaban a tener más de un 10 por ciento -no de todo el avión sino de cada una de sus principales partes: aviónica, fuselaje, sistemas electrónicos, informática, etcétera- bastaría para que, en caso de conflicto con Brasil, Washington exigiera la aplicación de un embargo sin que los gobiernos actuales (y los previsibles) de Francia o Suecia pudiesen negarse a obedecerlo so pena de transgredir una legislación concebida nada menos que para garantizar la seguridad nacional de Estados Unidos. Tómese nota de lo siguiente: el motor que propulsa al Gripen-NG es un desarrollo de una turbina fabricada por la empresa estadounidense General Electric. Sólo con eso es suficiente para que ante una controversia entre Washington y Brasilia Suecia pueda verse obligada a interrumpir el suministro de partes y software para los aviones vendidos al Brasil, a menos que esté dispuesta a enfrentar los costos de un serio conflicto con Estados Unidos. El Sukhoi: la carta rusaAsí las cosas, lo único que podría haber garantizado la independencia militar del Brasil habría sido adquirir sus aviones en países que, por su poderío, por razones de su propia inserción en el sistema internacional y por su estrategia diplomática, estuvieran exentos del riesgo de convertirse en obedientes ejecutores de los mandatos de la Casa Blanca. Hay sólo dos países que detentan esas características y que, a la vez, cuentan con la capacidad tecnológica para construir aviones caza de última generación: Rusia y China, fabricantes del Sukhoi y el Chengdu J-10 respectivamente.En consecuencia, el debate sobre quién suministraría los nuevos aviones que Brasil -¡y los países con los que comparte la cuenca amazónica!- necesitan llegó abruptamente a un punto completamente inesperado: descartados los F-18 y los Rafale, la opción más razonable habría sido llamar a una nueva licitación y permitir la inscripción de los aviones rusos y chinos. Infelizmente no fue ese el camino elegido por Brasilia. Alguien podría preguntarse qué tienen de malo los Gripen-NG suecos. No sólo lo que indica el informe secreto filtrado a la prensa y detallado más arriba sino que, además, desde el punto de vista político no hay garantía alguna de que Estocolmo –es decir la Suecia de hoy, no la que existía en los tiempos de Olof Palme, que por algo fue asesinado- vaya a comportarse de manera distinta ante una requisitoria de Washington de embargar el envío de partes y software a los Gripen-NG de la FAB. Por eso el 18 de Diciembre del 2013 el Ministro de Defensa de Brasil, Celso Amorím, anunció el resultado de la licitación con la adjudicación de los mismos a la empresa sueca SAAB, fabricante de Gripen-NG. “La elección se basó en los criterios de desempeño, transferencia de tecnología y costo”, dijo en la rueda de prensa convocada a tal efecto. Desgraciadamente la elección no tuvo en cuenta el criterio más importante para la toma de decisiones en asuntos que hacen a la autodeterminación y la defensa nacional: la geopolítica. ¿Cómo se pudo ignorar que un informe oficial del Parlamento Europeo del 14 de Febrero del 2007 estableció que con posterioridad a los atentados del 11-S -entre 2001 y 2005- la CIA operó 1.245 vuelos ilegales en el espacio aéreo europeo, trasladando “detenidos fantasmas” (“ghost detainees”) hacia centros de detención y tortura en Europa (especialmente Rumania y Polonia) y Oriente Medio? Entre los gobiernos que se prestaron a tan siniestro tráfico se encuentra el país donde se fabricarán los aviones encargados de vigilar el espacio aéreo brasileño, Suecia, que si bien en el citado informe no es acusado de haber admitido “interrogatorios” en su territorio pero sí de haber permitido que esos “vuelos de la muerte” estadounidenses se reabastecieran y encontraran apoyo logístico en sus aeropuertos. Siendo esto así, ¿cómo confiar que un país que se prestó a una maniobra tan atrozmente violatoria de los derechos humanos podría rehusarse a “colaborar” con Washington en caso de que éste le solicitara interrumpir el envío de suministros, partes y software para los Gripen-NG de la FAB?ConclusiónPor eso decíamos antes y lo ratificamos con más fuerza ahora que la única opción realmente autónoma que tenía la presidenta Dilma Rousseff era la de adquirir los Sukhoi rusos, aún al costo de tener que soportar virulentas críticas dentro y fuera del Brasil. Dentro, porque a nadie se le escapa que hay sectores internos que proponen olvidarse de Latinoamérica y militan a favor de una incondicional alianza con los Estados Unidos y Europa, y en los cuales prevalece la mentalidad de la Guerra Fría que Estados Unidos se ha esmerado en mantener viva a lo largo de todos estos años, si bien con algunos maquillajes. Por ejemplo, no se habla ya del “peligro soviético” pero sí de la “amenaza terrorista”; y Rusia, al dar asilo y protección al ex agente de la National Security Agency (NSA) Edward Snowden, confirma que no se encuentra del lado de la libertad y la democracia sino precisamente en la vereda de enfrente. Y críticas fuera del Brasil, porque Estados Unidos no sólo habría presionado para abortar una posible decisión a favor de los Sukhoi sino que, en caso de concretarse la adquisición, hostigaría a Brasilia con condenas y sanciones de todo tipo. La desorbitada ambición del imperialismo y sus sistemáticos atropellos a la legalidad internacional y a la soberanía nacional brasileña no le dejaban a la presidenta Rousseff ninguna otra alternativa. Su única escapatoria para garantizar el control de la cuenca amazónica, más por necesidad que por convicción, eran los Sukhoi. Cualquier otra opción ponía seriamente en riesgo la autodeterminación nacional. Lamentablemente estas consideraciones geopolíticas no fueron tenidas en cuenta y se tomó una mala decisión -la menos mala porque peor aún hubiera sido adquirir los F-18- pero mala al fin porque es antagónica al interés nacional brasileño y, por extensión, a las aspiraciones de autodeterminación de Sudamérica. Con esta decisión Brasil podrá vigilar y preservar la integridad de la amenazada Amazonía mientras no exista un diferendo con Estados Unidos o alguno de sus compinches; pero si un conflicto llegara a desatarse Brasil quedaría prácticamente desarmado, rehén de los chantajes y la prepotencia de Washington. El problema no era tan sólo con los aviones de la Boeing sino también con los de cualquier otro país que previsiblemente se inclinara solícito ante las requisitorias de Washington, como todos los europeos. Comprarle los aviones caza al aliado de quien espía a las autoridades y las empresas brasileñas y aliado también de quien acecha al país con veintiséis bases militares es un gesto de increíble insensatez política y que revela un imperdonable amateurismo en el arte de la guerra, errores estos que le van a costar muy caro al Brasil y, por extensión, a toda Sudamérica. Con la adquisición de los Gripen-NG se ha desperdiciado una magnífica oportunidad de avanzar hacia la autodeterminación militar, prerrequisito de la independencia económica y política. No sólo Brasil tomó una pésima decisión que perjudica su soberanía; también perdió la UNASUR porque con ella se obstaculiza la clara percepción de quién es el verdadero enemigo que nos amenaza con su infernal maquinaria militar. Por eso hoy es un día muy triste para Nuestra América. Como se dice en la jerga de los videojuegos de guerra, “game over”, ¡y desgraciadamente ganaron los villanos! Ojalá que los movimientos sociales y las fuerzas políticas patrióticas y antiimperialistas de Brasil tengan la capacidad de revertir tan desafortunada decisión.