Y es que para cualquier persona que resida en Budapest, o en alguna otra ciudad húngara, el hecho de encontrarse en el centro de Europa permite alcanzar en pocas horas más de media docena de países. Hungría comparte frontera con países tan variopintos entre sí como Austria, Eslovaquia, Ucrania, Rumanía, Serbia, Croacia y Eslovenia.
Una de las primeras escapadas que suelen planearse desde Budapest es la capital del vecino del norte. Evidentemente estoy hablando de Bratislava y de Eslovaquia. Un país fronterizo y muy relacionado con Hungría, ya que ambos territorios han compartido historia a lo largo de siglos. Algo que, como no podía ser de otra forma, ha dejado una gran huella en ambos países, y ciertas rencillas que de vez en cuando se magnifican y saltan a los medios de comunicación.
La capital de Eslovaquia, uno de los estados más jóvenes de Europa, es Bratislava, una de las capitales, por ende, más jóvenes de Europa. Esto se ve reflejado en su pequeño tamaño: algo más de 400.000 habitantes viven en esta hermosa ciudad al pie de los montes Cárpatos.
Los pueblos eslavos habitaban los territorios de la actual Eslovaquia cuando llegaron los magiares en el siglo IX. Además, gran cantidad de germanos y judíos vivían junto a ellos. El Reino de Hungría controló tanto la parte septentrional (de población mayoritariamente eslava) como la meridional (de población mayoritariamente húngara). Tras la primera guerra mundial, en 1920, Hungría perdería estos territorios, entre otros, que pasarían a formar parte de Checoslovaquia. Esta, a su vez, en 1993 se dividió en la República Checa y la República Eslovaca. Gran parte de la población alemana y húngara fue forzada a marcharse a Alemania y Hungría, respectivamente, aunque quedaron importantes minorías: en el sur de Eslovaquia sigue habiendo zonas habitadas mayoritariamente por húngaros.
Cabe mencionar que durante la ocupación otomana de Hungría, la pérdida de Budapest, tomada por los turcos, obligó en 1536 a trasladar la capital del Reino de Hungría a Bratislava. Por aquel entonces el nombre de esta ciudad era Pozsony (en húngaro), Presporok (en eslovaco) o Pressburg (en alemán). El nombre de Bratislava es muy posterior, y tiene que ver con el castillo de la ciudad (y con, a mi juicio, la rápida eslovaquización de un Estado joven para un pueblo que careció de él hasta hace dos décadas, pese a sí tener una amplia e interesante historia). Cuando los Habsburgo liberaron los territorios ocupados por los otomanos, la capital de Hungría volvió a Budapest en 1848.
La cercanía a Budapest y su pequeño tamaño, permiten explorar la capital eslovaca en un día, aunque si se quiere visitar algún museo o los alrededores, quizás merece la pena pasar alguna noche en Bratislava. Esta "pequeña gran ciudad" como se conoce en la propia Eslovaquia, ofrece lugares, calles y plazas de gran belleza, además de algunas esculturas un tanto exóticas.
Personalmente, siempre he llegado a Bratislava en tren, procedente de Budapest. Uno de esos trenes en los que uno sabe cuando ha subido, pero no cuando bajará. Los retrasos y averías de las líneas que comunican Budapest con Bratislava, Praga, Polonia y Alemania son constantes, y estos trenes son toda una aventura. Las reclamaciones caen siempre en saco roto, por ello, los viajeros se ven obligados a sufrir esta línea (hay gente que por motivos familiares o laborales tiene que tomarla a menudo). Casi todos mis viajes fueron en pleno invierno, como puede comprobarse en las fotos. Para darle un toque más veraniego, al final de la entrada adjunto algunas fotografías de wikipedia en pleno verano.
El recorrido en tren, no obstante, es de gran belleza, saliendo de Budapest hacia el norte, por una zona en la que el Danubio serpentea atravesando pequeños pueblos asentados en las laderas de suaves colinas. En una de estas cimas puede contemplarse el castillo de Visegrád, en la orilla opuesta del Danubio. Luego se adentra ya en territorio eslovaco, siguiendo paralelo al Danubio, y podemos observar la impresionante basílica de Esztergom, en la orilla húngara. El tren abandona el curso del río después, y para en algunas pequeñas poblaciones eslovacas, como Nové Zámky. Finalmente alcanza los montes Cárpatos, que comienzan justo en esta zona y poco a poco van creciendo hacia el este, en dirección a Ucrania, y así, por las faldas de estas suaves colinas, llega a Bratislava, la cual se va observando desde cierta altura mientras se rodea a baja velocidad. La estación de Bratislava se encuentra, por ello, más elevada que el resto de la ciudad, y desde aquí comienza la bajada (a pie o en taxi) por la avenida Stefanikova, hacia la parte más antigua, situada junto al Danubio. En esa misma avenida Stefanikova, está el palacio presidencial. Un poco más abajo está la iglesia de la Trinidad, con un color salmón característico.
La entrada a la parte más antigua (el Staré Mesto, o barrio viejo), es más espectacular si se realiza por la Puerta de San Miguel, bajo la torre blanca, y se toma la calle Michalska, girando después por Sedlárska hasta llegar a la Plaza Mayor (Hlavné Námestie). Junto a esta hay otra pequeña plaza, la Plaza del Primado, con un bello palacio. Las calles aledañas a esta plaza y en general, toda la parte antigua, encierran el encanto y la belleza de Bratislava. La enorme plaza de Hviezdoslavovo, muy cercana, con su impresionante Teatro Nacional, es otro de los lugares más interesantes. Además, te encuentras divertidas estatuas con las que hacerse una foto: el obrero saliendo de una alcantarilla, el probador de sombreros o el fotógrafo son algunas de las más populares. En general, perderse por las estrechas callejuelas de la parte vieja es muy recomendable, muchas veces se descubren de esta forma pequeñas placitas y monumentos que no aparecen muy destacadas en los mapas pero que tienen su encanto particular.
Cerca de la parte antigua, hay algunas calles muy agradables, como la Kapucinska, con su famosa iglesia y el tranvía, o la Hurbanovo, más funcional y llena de comercios y tranvías. Un poco más alejada, está la Iglesia Azul (Modry Kostolík), de enorme belleza, y que bien merece la pena un pequeño desvío para contemplarla y hacerle unas fotos. Se encuentra en la calle Bezrucova, hacia el este. Y por supuesto, lo que no puede faltar es la visita al Castillo de Bratislava, subiendo por las empedradas calles que lo rodean. Las vistas desde el castillo sobre toda la ciudad son espectaculares. Si tenemos tiempo podemos cruzar el Puente Nuevo (Novy Most) sobre el Danubio y su famoso OVNI futurista (que es un restaurante de lujo), si bien la parte sur de la ciudad no tiene mucho atractivo turístico. Básicamente es el enorme barrio de Petrzalka, que finaliza justo en la frontera con Austria (Bratislava está pegada a dicha frontera).
Volviendo por Stefanikova, de vuelta al tren (subiendo por la avenida), podremos contemplar a mano izquierda un enorme monumento sobre una pequeña colina, el Slavín. La primera vez que estuve en Bratislava no sabía qué era, y nos llamó tanto la atención que comenzamos a subir entre las casas por unas calles bastante laberínticas hasta llegar a él. Se trata de un enorme monumento soviético donde están enterrados los soldados que murieron en la toma de la ciudad por el ejército rojo, cuando fue liberada de los nazis. Las vistas sobre la ciudad son también espectaculares desde aquí.
Los trenes a Bratislava parten desde la estación de Keleti de Budapest (aunque su destino final suele ser Alemania o Polonia, se detienen en Bratislava). El trayecto dura unas 3 horas aproximadamente (si no hay sorpresas, que suele haberlas). Por la mañana parten a cada hora, luego hay cada dos horas. Los horarios pueden consultarse en la web de los ferrocarriles húngaros, elvira.hu. La moneda en vigor en Eslovaquia es el euro. Finalizo con las fotografías de Bratislava de wikipedia, con algo más de sol: