Me acerco hasta el poemario Breve beso de la espera, de Zoé Valdés (Lumen, 2002), que me ha parecido una cosita insignificante donde se mezclan alusiones sexuales y surrealistas, en un marasmo con muy poco fuste. No tengo nada contra la poesía críptica u oscura, pero cuando esos adjetivos me la vuelven opaca ya no tengo nada más que decir.
Dije que no sabía si repetiría lectura de Zoé Valdés.
Ahora lo tengo claro.