Quiero expresar mi punto de vista sobre la libertad de cultos. Me he dado cuenta de que quienes son practicantes de cualquier religión o credo, siempre están buscando la manera de catequizar o hacer apologética con los ateos, agnósticos o simplemente los que están en contra de su manera de pensar. En primer lugar, la no creencia en una religión que puede llegar a ser mayoría en un país, como sucede en Colombia con la religión católica, no otorga el derecho a los creyentes de poner en tela de juicio el escepticismo religioso o en controvertir la ética o la moralidad de los que no comparten su creencia. La constitución de Colombia del año 1991, reglamentó la libertad de cultos o pensamiento por tanto, este es un país laico; la libertad religiosa, de la que hace parte la opción por no ejercer ninguna de ellas, es por ese sólo hecho una manifestación de libre desarrollo del pensamiento individual de cada quien. Es obligación del estado hacerla cumplir.
La idea de una divinidad, llámese como se quiera, es algo personal. Con independencia de los argumentos teológicos que una persona mayormente capacitada en materia intelectual, con respecto a los que profesan un fanatismo ciego y desmesurado que no conoce ningún límite, pudiera llegar a esgrimir para defender su postura legitima, no está bien desde los postulados de la ética andar tratando de convencer a los demás para que crean o no, en los dogmas de determinada fe o creencia. Es aberrante esa costumbre. Además como se ha dicho, el hecho de pretender que una persona es mala por el sólo hecho de no ser creyente, es discriminatorio, fascista y retrógrado. La polémica religiosa acerca de la concepción de la idea del universo, entre creacionistas y evolucionistas, llevó en los países protestantes como Estados Unidos, incluso a juicios civiles. Se ha puesto al mismo nivel un argumento científico serio y respetado, que el de los dogmas, las creencias o simples supersticiones. La frase de Voltaire: «no comparto su manera de pensar, pero daría mi vida para defender la libertad que usted tiene de expresarla», es un modelo de tolerancia que los pastores, sacerdotes o guías espirituales del mundo deberían tomar a pie juntillas. Estos modos de ver el mundo nos retroceden al tiempo de la Inquisición donde opinar diferente al Papa de turno, hacía merecedor a una persona del escarnio y muerte pública. Religiones como el islamismo, adolecen de tal concepto de libertad individual por la sencilla razón que no han pasado por crisis ideológicas, sociales y políticas como la Revolución Francesa y el Siglo de Las Luces.Es descabellada la idea, que reviste la obligatoriedad en algunos colegios, de instituir clases de religión. Esto parece una afrenta contra la libertadhumana. Cada ser humano debería llegar a contemplar su propio concepto teológico sin presiones ni persuasiones de ningún tipo. Estamos ad portas de fanatizar los debates como si fuera herejía renegar de una entelequia filosófica como es el concepto de Dios. Su idea ha sido tan vaga y tergiversada a través de las diferentes civilizaciones de la historia que tratar de imponer una sola parece ridícula y absurda. Miles de escritores y filósofos han disertado sobre el tema sin llegar a una conclusión satisfactoria para todos: entre razón yfe no puede haber consenso, jamás. La religión judaica, origen del catolicismo, es una serie de reglas morales dadas por la tradición cultural de ese pueblo. Aplicarlas a un contexto histórico distinto es necio e inconveniente. La religión es nociva cuando se quiere generalizar; es una manifestación personal del espíritu y como tal debe ser privada.