Sobre todo, porque después de su campaña de acoso y derribo de hace tres años cuando comenzó esta aventura me he vuelto asidua a sus iniciativas y no concebía yo la Navidad sin un libro que saliera de mi casa para acoger a otro.
Parece que fui muy impaciente porque horas después de enviarle mi mensaje y sin respuesta aparente por parte suya, me di cuenta de que la madrileña había convocado la edición del 2013, y más feliz que una perdiz me dispuse a apuntarme, el libro lo tenía más o menos claro, pero curiosee en mis estanterías por si se me cruzaba otro por el camino.
Le comuniqué mi intención de participar y en un aparte le apunté el libro que pensaba regalar, pero me quedaba la parte más importante, reseñar la novela que saldría de mi casa para que la disfrutase otro lector, y es que como las reseñas se me demoran tanto, había disfrutado la historia en verano, pero las notas dormían el sueño de los justos en la libreta en la que hago los esbozos de las reseñas.
Una vez publicado el post, me dispuse a hacer oficial mi participación en el evento que cada vez reune a más gente y que supongo le da un trabajo enorme a nuestra maga particular, que este año tuvo también problemillas con el ordenador el día en que tenía que comunicar a quién le debíamos enviar el libro, y otra vez viendo que el 27 avanzaba y no me llegaba el correo, empecé a morderme las uñas, ¿Se habría olvidado Kayena de mí?...
Pero no, no se había olvidado y sobre las nueve o las diez de la noche conocí la identidad de la bloguera a la que tenía que enviarle mi ejemplar, pero como no siempre sabemos quien se esconde detras de los nicks, pues yo no supe con que bloguera relacionar el nombre que me pasó Kayena, y empecé mi búsqueda de pistas para personalizar un poco más el envío, sin conseguir averiguar a quien le iba a llegar el libro.
Así que preparé un poco a ciegas los regalitos, y escribí una carta en la que manifestaba mi desconocimiento, días después en facebook, descubrí que mi libro había llegado a casa Cartafol, una bloguera a la que sigo desde hace tiempo, y que de haber sabido que era ella hubiera puesto más dulces para las peques.
Cómo soy un poco desastre no se me ocurrió hacer fotos de los preparativos del paquetito, me lo pasé bomba envolviendo y eligiendo que enviaría. Pero la mañana del día 28 amanecí con un fuerte dolor de estomago que me impidió acercarme a Correos a depositar el paquete... ¡me dio una rabia!. Luego recordé que era sábado y que la correspondencia no iba a salir de la estafeta hasta el lunes, así que con poner el envío a primera hora del lunes, por aquello de evitar eventualidades de última hora, solucionado.
Y allí estaba yo a las 8:30 de la mañana en Correos para mandar el paquete con toda la ilusión del mundo y rezando porque llegara antes del día 6 de enero, porque se la ilusión que hace. Comenzó en ese momento el nerviosismo, le llegará a tiempo, le gustará... menos mal que Cartafol por facebook no me hizo la espera muy larga y respiré hondo.
Mi regalito no se hizo esperar, mi cartero particular o sea mi marido, lo trajo a mediodía el tres de enero, cuando llegué de trabajar lo encontré encima de la cama y sonreí como una tonta, supongo que mi cara sería todo un poema, y fui buena y no lo abrí hasta la noche de reyes. En su interior me encontré esto:
Terminada esta iniciativa ya he comenzado a pensar en el San Jordi bloguero, estoy empezando a elegir libro...