Nuestros muchos defectos son nuestros y nuestras tantas virtudes ( muchas tal vez aún por descubrir) son más nuestras que nada que podamos poseer.
Lo importante no es encontrar a alguien a quien podamos pertenecer o nos pueda pertenecer, nada de propiedades ni lazos oficializados con papeles o palabras llenas de tópicos; lo realmente importante es aprender a compartir, empezando por uno mismo.
Ser dos, hechos de partes y con estas entrelazadas, compartidas por un deseo de unión que sin necesidad de convencionalismos se lleva cabo como un plan secreto que esperamos nos llene de aventuras, risas y besos la vida.
Queremos ser como Holy Golightly, libres, salvajes, sin nadie que nos meta en esas jaulas que parecen matar a todo tipo de amor, pero a veces debemos soltar un poco el amarre de estos deseos y aprender a dejarnos compartir con alguien que realmente valga la pena.