Breves amores eternos, por Pedro Mairal

Publicado el 31 mayo 2020 por David Pérez Vega @DavidPerezVeg

Breves amores eternos, de Pedro Mairal

Editorial Destino. 284 páginas. 1ª edición de 2001 y 2019. Ésta es de 2019.
Ya he comentado alguna vez que Pedro Mairal (Buenos Aires, 1970) es uno de los escritores latinoamericanos actuales que más me gustan. Así que cuando me llegó, hace unos meses, al correo electrónico la nota de prensa que anunciaba la publicación en España de su libro de cuentos Breves amores eternos se lo pedí a la editorial para poner leerlo y reseñarlo.
Este volumen está formado por dos libros de cuentos: Breves amores eternos, publicado en 2019 y Hoy temprano en 2001. Hoy temprano se publicó en Argentina hace ya casi veinte años y hasta ahora no había aparecido una edición española. He buscando en internet si hay una edición argentina de Breves amores eternos, pero tengo la impresión de que no, de que ha salido directamente en esta edición española junto al rescate del otro libro de cuentos. Pedro Mairal publicó en España su novela La uruguaya con la editorial Libros del Asteroide. Ganó el premio Tigre Juan de ese año y se convirtió en un pequeño fenómeno editorial, con un buen número de reimpresiones. Aunque Pedro Mairal había publicado bastantes de sus libros en España, desde Una noche con Sabrina Love en 2001 (premio Clarín en Argentina en 1998), no ha sido hasta La uruguaya cuando ha empezado a vender y a llamar la atención del mercado. Por eso, no es de extrañar que Destino (perteneciente al grupo Planeta) le haya fichado su nuevo libro de cuentos y haya rescatado el primero. Bienvenida sea esta edición.
Breves amores eternos está formado por once cuentos y Hoy temprano por doce. El segundo es un libro más largo, con algunas piezas que superan las treinta páginas. Un verano feliz es el primero cuento de Breves amores eternos. Una familia argentina pasa sus vacaciones de verano en Punta del Este (Uruguay), el narrador es el padre, un hombre de cuarenta y siete años. Tras una bronca con su mujer y la negativa de ésta a mantener relaciones sexuales con él durante las semanas de vacaciones, el hombre comienza a visitar, cada vez más frecuentemente, a una prostituta. El relato es una evocación del verano desde algún momento del futuro cercano. El hombre rememora la tranquilidad que le reportaba la prostituta uruguaya. En apenas seis páginas, el cuento nos introduce en el universo Mairal, y sobre todo nos conduce al Mairal de su última novela, de La uruguaya: un hombre de mediana edad nos habla de la decadencia de una relación, de las frustraciones del matrimonio burgués y de su destrucción. Además el escenario es de nuevo Uruguay, donde todo es familiar para un argentino, pero ligeramente distinto. Un verano feliz es un gran cuento, con reminiscencias de esa aparente ligereza de un cuento de Antón Chéjov.
El segundo cuento es El anillo, que también nos habla de un hombre de mediana edad que pretende ser infiel a su mujer. Ahora estamos en Argentina y la voz narrativa ha pasado de la primera a la tercera persona. Sin embargo, tras leer Un verano feliz, la sensación es de cuento algo inferior en calidad al primero y cuya temática se repite. En cero culpa la narradora es una mujer. «Cero culpa, le dije a Mayer, pero no es verdad. Y se dio cuenta. Por ejemplo, ayer entré en la librería y vi una tapa de un libro de autoayuda que decía Cómo construir una familia, y lo primero que pensé fue “Cómo destruir una familia”.» (pág. 23), así empieza este relato de infidelidades, una vez más.
Narrador masculino, narración en tercera persona y narradora. Tres variaciones sobre un mismo tema: la infidelidad y el cuestionamiento del matrimonio burgués. El mejor es el primero, pero los tres son buenos cuentos. El segundo y el tercero pierden por la presencia del primero. En el libro de artículos Maniobras de evasión, Mairal cuenta que desde las revistas y los periódicos le piden que escriba sobre determinados temas, y que en los últimos tiempos parecen haberle encasillado un tanto y siempre le requerieren narraciones de carácter sexual. No sé si los relatos de Breves amores eternos se han publicando antes en revistas argentinas y si éstas le han pedido a Mairal que escriba cuentos que evoquen lo ya contando en su novela La uruguaya, pero la sensación es que en bastantes de los cuentos de este libro, Mairal está repitiendo las que parecieron ser las claves del éxito de su novela más vendida.
Además de los cuentos con la temática comentada, hay otro tipo de cuentos en Breves amores eternos: aquellos en los que un adulto rememora su primera relación sexual. De fondo existe el mismo problema que en los anteriores: la frustración de la relación de pareja en la actualidad y la nostalgia por los primeros amores, pero el tratamiento es algo diferente. Esto ocurre en el cuarto cuento, Sudor, donde un joven evoca los comienzos de una relación con una chica con la que, tiempo después, le costará tomar la decisión de irse a vivir con ella.
En El hipnotizador personal, un narrador que parece muy cercano al propio escritor rememora a una chica que conoció en un taller de cuentos y que pertenecía a una clase social más alta que la suya. Hoshiko y el primer mandamiento es un buen cuento sobre el despertar a la sexualidad, bastante parecido a El hipnotizador personal, aunque posee un cierre más bello. En los cuentos de Breves amores eternos hay muchas escenas de sexo explícito, algo que nunca ha eludido Mairal, pero que ahí se muestra como un tema de primer orden.
Coger en castellano es un desolador y bello cuento sobre la nostalgia del primer encuentro sexual unido a la distancia física del país de nacimiento.
En El guardián de la guitarra y La fuerza se produce una curiosa variante de los temas sexuales de Mairal: el narrador se siente empequeñecido ante el volumen o la fuerza de la mujer por la que se siente atraído. La fuerza es el cuento final, el más extenso de todos y, sin duda, un gran cierre al libro. En él, un hombre evoca una relación juvenil con una mujer culturista, novia del dueño –también culturista– del gimnasio en el que trabaja. El deseo y el miedo a las represiones, el eros y el tánatos entremezclados.
El libro Hoy temprano empieza con un cuento que se titula igual que el libro. Es un primer cuento muy bueno, donde un hombre evoca los cambios en su familia y en Argentina, viajando en auto desde la capital hasta una finca en el campo, desde la niñez a la vida adulta.
Amor en Colonia es el segundo cuento, y la temática (un hombre y una mujer porteños que tienen una relación clandestina y que se van de fin de semana a Colonia, Uruguay) puede evocarlos de nuevo a La uruguaya y a los cuentos de Breves amores eternos, pero en vez de predominar la temática sexual el final nos sorprende con una resolución fantástica que recuerda a los cuentos de Julio Cortázar.
Cuando leo Amazonía empiezo a intuir que Hoy temprano me ha acabar gustando más que Breves amores eternos porque sus temas son más variados. Amazonía es un relato histórico que nos traslada a la época de la conquista, y que muestra una selva americana alucinada desde la mirada de un español del siglo XVI o XVII. Está bastante lograda la reconstruir del lenguaje de época.
Los héroes se ha convertido en uno de mis cuentos favoritos de este volumen. Sé por un artículo de Maniobras de evasión (y por una charla en la Casa de América) que Mairal sufrió un accidente de autobús en su viaje de fin de estudios de la secundaria, y esta experiencia le sirve de base aquí para crear un bello relato sobre las amistades del pasado y los hechos fortuitos que cambian la vida de las personas.
El nieto del viejo Pintos traslada sus ejes narrativos desde las certezas de la ciudad a las creencias míticas del campo. Mairal ya supo captar la vida en la provincia en algunos de los capítulos de Una noche con Sabrina Love. Aquí el viaje se invierte y va desde la ciudad al campo. Un gran cuento. Me gusta también la voz narrativa rural de Marcelino López, que de nuevo nos conduce hasta el campo y sus gentes.
En El viaje de la profesora Bellini se enfrentan las teorías de la belleza y el arte con el hedonismo y la belleza de los cuerpos, ganando los segundos. Es un buen cuento, y me gusta que Mairal trabaje en cada una de estas composiciones con personajes, temáticas y efectos diferentes.
En La suplencia, Mairal parece evocar un episodio de su propia experiencia. Un narrador evoca uno de sus primeros trabajos, como corrector de textos en una empresa de marketing de los años 90. La realidad idealizada del trabajo chocará con el caos de la vida real.
En Cuadros la acción se traslada a Gran Bretaña. Un erudito historiador ciego recorre el país dando conferencias, ayudado por su pareja, una mujer mucho más joven que él. En cierto modo, sin que las referencias sean nunca explícitas, Mairal parece hablar aquí de Borges.
La virginidad de Karina Durán es un divertido cuento sobre el descubrimiento de la sexualidad y los comienzos del sexo en internet.
El lenguaje usado en Breves amores eternos es de ese coloquialismo tan trabajado que Mairal cultivó con tanto éxito y encanto en La uruguaya, y en Hoy temprano se nota, en algunos cuentos, un mayor deseo de cuidar más las formas y la expresión.
Me ha gustado más Hoy temprano que Breves amores eternos, porque –como ya he ido contando– en el libro de 2001 existe una mayor variedad temática que en el de 2019. Esto no quiere decir, que Breves amores eternos no contenga buenos cuentos, porque sí los tiene. El conjunto me ha resultado muy satisfactorio. Pese a algún altibajo, fruto de la repetición formal, he disfrutado mucho con este libro y Pedro Mairal sigue siendo, por supuesto, uno de mis escritores latinoamericanos actuales favoritos.