Se trata de una obra que pide la participación del lector, de esas que te obligan a poner algo de tu parte para dar significado a todo aquello que la trama sugiere pero esconde. Cuenta con un fuerte componente visual e imaginativo. La paleta de colores de VanderMeer es extensa y la aplica con enorme gusto tanto en la imaginería como en el desarrollo argumental. Hay descripciones de lo extraño muy potentes. La mejor, precisamente, es aquella con la que no cuenta la versión cinematográfica, el descenso a un subterráneo cubierto por una maturaleza anómala. En definitiva, buena prosa, buena historia y una excelente composición.
Vagalume, de Julio Llamazares
En el lejero, de Evelio Rosero
Aunque la alusión a Rulfo es inevitable, a mí me ha recordado en la finalización a Bernanos y en su inicio al Insmouth lovecraftiano, tanto por lo extraño de los habitantes como por la insistencia por lo macabro en su lenguaje. Tanta que hay momentos en los que he creído que un poco de contención habría favorecido al texto. Al margen de esos pocos momentos de desmesura, el desasosiego que Rosero logra provocar en el lector es notable, por la descripción del lugar y de sus gentes, y por la acción, desarrollada mediante el uso de varias personas narrativas. En definitiva, una brillante metáfora que me atrae más por la estética y el juego interpretativo que por la realidad que denuncia.