La semana pasada se confirmó lo que parecía una posibilidad muy plausible pero que había ido perdiendo fuerza en las encuestas. El Reino Unido votó por la salida de la Europa Comunitaria y se lanza al abismo donde se encuentran Bielorrusia, Albania o Serbia. Una semana después del referéndum está quedando bastante claro que todo lo que le rodea fue, es y será un completo desastre. Pero vamos por partes. La propia convocatoria del referéndum fue un desastre sin paliativos y respondió solo a problemas internos, no a del Partido Conservador británico, sino de la figura de su PM. David Cameron había ganado las elecciones por mayoría simple en 2010, algo muy inusual en el sistema mayoritario británico que no se había dado desde los años 70. Esto situó al PM en una situación de debilidad en su propia bancada al obligarle a pactar un gobierno en minoría con los Lib-Dem mientras la extrema derecha eurófoba amenazaba con restarle votos. Parte importante de la bancada conservadora veía con buenos ojos el ideario (por llamarlo de alguna forma) anti europeo y antiinmigración del UKIP, así que el PM cometió el común error de adueñarse de la agenda del UKIP para intentar neutralizarlo. Eso le llevó a la promesa de un referéndum que se celebraría antes de 2017. Referéndum que no era una demanda de la sociedad, solo una fuente de inestabilidad personal del PM.
La semana pasada se confirmó lo que parecía una posibilidad muy plausible pero que había ido perdiendo fuerza en las encuestas. El Reino Unido votó por la salida de la Europa Comunitaria y se lanza al abismo donde se encuentran Bielorrusia, Albania o Serbia. Una semana después del referéndum está quedando bastante claro que todo lo que le rodea fue, es y será un completo desastre. Pero vamos por partes. La propia convocatoria del referéndum fue un desastre sin paliativos y respondió solo a problemas internos, no a del Partido Conservador británico, sino de la figura de su PM. David Cameron había ganado las elecciones por mayoría simple en 2010, algo muy inusual en el sistema mayoritario británico que no se había dado desde los años 70. Esto situó al PM en una situación de debilidad en su propia bancada al obligarle a pactar un gobierno en minoría con los Lib-Dem mientras la extrema derecha eurófoba amenazaba con restarle votos. Parte importante de la bancada conservadora veía con buenos ojos el ideario (por llamarlo de alguna forma) anti europeo y antiinmigración del UKIP, así que el PM cometió el común error de adueñarse de la agenda del UKIP para intentar neutralizarlo. Eso le llevó a la promesa de un referéndum que se celebraría antes de 2017. Referéndum que no era una demanda de la sociedad, solo una fuente de inestabilidad personal del PM.