Sus ojos tiernamente brillaron
Como si alguien hubiera tomado toda la luz del mundo
Y la hubiera colocado en ella.
Ella era el sol, la luna, las estrellas,
Radiante siempre.
Su risa centelleaba,
Como el más bello de todos los truenos-
Pero de vez en cuando
Ella echaba la cabeza hacia atrás y rugía como un león.
La feminidad detrás del dulce disfraz de bailarina.
Entre el frío y la lluvia, ella brillaba como ninguna otra.
Un ligero suspiro del alma brotaba cada vez que ella sonreía con ternura.
Un rayo de luna acariciaba la más suave piel con una sonrisa.
Jamás sintió temor de lanzarse ante la salvaje nada de su universo.
No hay nadie que se atreva a dudar por un instante de su sitio en el universo.
Todos giran y giran en torno a la reina del viejo escenario local.
Nadie logra escaparse del cruel paso del tiempo. Todo termina cayendo a su devastador paso.
No hay manera de apartar la vista de un espectáculo tan sencillo, y a la vez, tan deslumbrante.
Nada, ni siquiera una tormenta cruel, podía romper la magia de un momento tan perfecto.
El público espectador parecía no poder apartar la vista de aquella grácil criatura. Nadie podría culparlos por no querer voltearse.
Ella era el sol, la luna, las estrellas,
Radiante siempre.
Muchos intentaron apagar su luz mil y una veces, lastimándola de mil formas.
Sus lágrimas alimentaban sus corazones celosos.
Pero ella siempre encontró la forma de brillar como una auténtica estrella.
Una cosa así de grande no se puede ocupar en cuestión de unos pocos minutos.
Sus ojos tiernamente brillaron
Como si alguien hubiera tomado toda la luz del mundo
Y la hubiera colocado en ella.
Nadie puede apropiarse de aquello que proviene desde lo más alto.
Ni siquiera si parece algo tan terrenal como una simple sonrisa.
Hay algo más poderoso que un deseo egoísta…