Cuando hace unos días decidí escribir cuatro líneas referidas a unas piezas que había visto en el ámbito televisivo no supe refrenar la palabrería y sin apenas darme cuenta dediqué todo el prudencial espacio de un comentario a una sola de las series que pretendía mencionar.
Así que hoy termino lo empezado en la suposición que la brevedad hará más legible el conjunto.
De nuevo hay que referirse a la británica BBC como responsable última del producto: parece ser que solicitaron del escritor Neil Cross el guión de una serie de corte policíaco y según el propio autor manifiesta, la inspiración le vino por su afición a Sherlock y muy especialmente a la añeja serie americana Colombo. Esas afirmaciones de Cross suenan un poco a propaganda aunque lo cierto es que Neil Cross realiza para la BBC un trabajo que sin miedo a parecer exagerado no dudo en adjetivar como extraordinario.
Siguiendo la costumbre británica la BBC organiza la producción de tan sólo seis capítulos y probablemente Cross, trabajando con esa premisa, orquesta un conjunto admirable en el que lentamente harán su aparición constantes de las mejores tramas policíacas y del thriller psicológico.
El argumento gira alrededor de un detective de homicidios dotado de facultades cognoscitivas sobresalientes, ojos observadores y mente ágil que unido a un carácter independiente y decidido a salirse con la suya al precio que sea conforma un personaje complejo, nada lineal ni maniqueo, escasamente legalista que tiene un físico imponente y atiende al nombre de LUTHER.
Dando muestras de su inteligencia y de respeto por la inteligencia del telespectador Neil Cross crea un microcosmos alrededor de su protagonista que provoca el incremento del interés no tan solo en las tramas independientes de cada episodio sino mucho más allá, las relaciones entre todos los personajes que viven en la pantalla: de hecho, vistos los seis episodios, las tramas policiales parecen simplemente el marco donde desarrollar unas vivencias que intrigan bastante más que el proceso investigador que, como se ha referido, consiste no en descifrar quién sino en demostrar el porqué, el cómo, el cuando y el quién aunque esa identificación desde el primer momento es conocida por el espectador y casi también por los investigadores.
Lo interesante son las relaciones de Luther con su entorno y muy especialmente las mujeres, oscilando desde la amistad y obediencia a su jefa directa Rose, el amor a su ex-esposa Zoe y la especialísima que mantiene con la asesina psicópata Alice, seguramente la que mejor le entiende de las tres: y Luther lo sabe; y nosotros, estupefactos, también.
Cross no tan solo recupera la importantísima figura de la mujer fatal sino que, además, la reviste de una grandeza pocas veces vista en los últimos años: no siendo ninguna novedad que la brillantez del héroe descansa sus pies en la fortaleza del villano, no hay duda que la creación de Alice Morgan (Ruth Wilson) eleva a Luther (Idris Elba) a una altura que por sí mismo no alcanzaría:cuando ambos personajes están en pantalla el interés crece exponencialmente al destilarse entre ambos una corriente eléctrica de alto voltaje portadora de tensión criminal y sensual: hay tanto peligro de agresión lesiva como de roce sexual y aunque escuchados fríamente los diálogos puedan resultar inverosímiles por imaginativos, funcionan: más como un volcán en erupción que como una bomba de relojería, pero funcionan: vaya si funcionan.
Si por un lado Luther y Alice muestran su enorme complejidad y desarrollan una relación de temor y odio, el resto de los personajes de la serie no están descuidados en absoluto y tampoco pueden considerarse lineales ni sencillos en modo alguno: Cross dibuja cada carácter con su peculiaridad y poco a poco, sin prisa pero sin pausa, consigue que vayamos percibiendo el modo de ser de cada cual incluyendo alguna que otra sorpresa. No entraré de detalles por no desvelar nada pero nos hallamos ante uno de esos trabajos de guión muy minucioso y elaborado teniendo siempre presente un todo final.
La BBC confió la producción de la serie a Katie Swinden y hay que resaltar su trabajo de conjunción de todos los elementos.
Rodada en formato televisivo de 16:9 (pantalla ancha 1:1.78), los seis episodios son dirigidos por tres directores distintos, dos a dos, que aprovechan muy bien los medios técnicos a su alcance: ya era hora que se pudiera ver en pantalla el aprovechamiento del espacio como forma dinámica de expresión: situar a los personajes en un lado de la pantalla acrecienta una expresión de soledad, por ejemplo, o un incremento de la tensión entre diferentes.
Uno tiene la sensación que la productora, Katie, entregó a cada director un bloc de dibujo, grande, apaisado, y les indicó que hicieran el guión técnico al modo de Hitchcock: un storyboard nutrido de planos diferentes moviendo la cámara, creando vacíos y espacios interesantes y usando desde el plano general de un Londres post-moderno, gris y frío hasta el primerísimo primer plano de una Alice con una sonrisa cautivadora y aterradora a los ojos de Luther.
Ya era hora que se viera variedad en la caligrafía cinematográfica y se olvidaran los efectos especiales. Por fin la composición de los planos, el uso de la luz y el montaje tienen un sentido especial, una intención. Ya basta de medianías, de corrección y de formatos cuadrados o apenas rectangulares. La cámara importa y cuenta.
Los intérpretes, una vez más, están fantásticos: Idris Elba tiene una presencia arrolladora y una voz educada y dúctil que le permiten incorporar la complejidad de ése John Luther policía vocacional que ocasionalmente tira por la calle de en medio y se debate entre sentir o no remordimiento y Ruth Wilson resulta desconcertante en grado extremo provocando miedo y admiración, hablando con su mirada y su sonrisa más que con sus palabras, robando cada escena en la que aparece, pendiente el espectador de sus más leves gestos.
El resto del elenco no desmerece en absoluto y conforma un conjunto sólido y eficaz que ayuda a que las tramas policiales se sigan con interés episodio tras episodio mientras las diferentes subtramas de índole más personal van tomando cuerpo y permiten que la psicología de cada uno aflore en su momento.
Sin grandes medios económicos pero con mucho talento aplicado en cada departamento la BBC consiguió el año pasado presentar una serie de corte policial en la que los enigmas dan paso a la densidad de los caracteres que viven realmente en pantalla: son capaces de suscitar empatía o repulsión y jamás indiferencia, con lo que el éxito estaba garantizado. Algo que a priori parece sencillo de producir pero que vemos en contadísimas ocasiones porque para que fructifique esa semilla hace falta el abono llamado talento.
Seis episodios de aproximadamente una hora de duración cada uno, seis horas de placer para el cinéfilo que guste de tramas complejas, héroes atormentados y mujeres fatales de una pieza. Del primero al último, un crescendo imperdible.
Vídeo ejemplo