Brimstone, el reverendo del mal

Publicado el 31 octubre 2017 por Patrick Bateman @CinefiliasO

Otro film que hemos podido disfrutar durante al Festival de Sitges durante su 50 aniversario, ha sido Brimstone, la nueva película de Martin Koolhoven (Suzy Q). Aunque la obra lleva haciendo un circuito de festivales que comenzó a finales del 2016, entre los cuales, encontramos el Toronto International Film Festival, Venice Film Festival o el London Film Festival, por vías comunes, la película solo ha sido estrenada en algunos países de forma aislada.
Koolhoven se ha hecho cargo de la escritura del guión y de la propia historia. Su idea de hacer un western, nació en 2010, después su película Oorlogswinter (Winter in Wartime). Una idea que fue madurando hasta considerar que estaba preparado para llevar un ejercicio de calidad en todos los aspectos. Y la espera bien ha valido la pena.
A finales del siglo XIX, Liz es una madre joven que intenta huir de su pasado mientras es perseguida por un diabólico predicador que ha llegado al pueblo donde vive ella.

Dividida en cuatro capítulos, Revelación, Éxodo, Génesis y Castigo, el realizador holandés nos ofrece una estructura algo confusa que se alarga hasta el segundo capítulo. Dicho esquema desordenado puede poner en jaque o sacar de sus casillas al espectador menos paciente. Puesto que en cada nuevo ‘versículo’ que compone la historia, se utiliza un montaje reversible. Es el espectador el encargado de ordenar los hechos y la línea temporal de los turbios acontecimientos familiares que nos cuenta la película.
Quizás, dicha estructura nos haga pensar en un primer instante en Memento de Christopher Nolan, pero no es exactamente idéntica. A diferencia de Memento, aquí la historia está contada cronológicamente hacia delante en cada nuevo pasaje sin saltos atrás en el tiempo. Son los capítulos los que están desordenados, van del final al principio de toda la historia. Motivo por el que no terminas de atar toda la historia hasta llegar al último de los cuatro.

Con cada nuevo capítulo de la película, obtenemos nuevos datos de una etapa distinta de la protagonista para dar cohesión a una historia que se muestra dispersa al principio, pero que gana solidez y respuestas sólidas a partir del tercer capítulo. Para mí, una de las mayores gracias de la película y lo que la hace algo más especial, fue ésta estructura en forma de pasajes bíblicos. Aunque al mítico Carlos Pumares, lo podías oír después de la proyección por los pasillos del Auditori protestando ‘¡Joder!, por qué no las cuentan en orden’.
La película hace gala de una factura técnica respetuosa y muy creíble. También cuenta con excelentes interpretaciones y unas caracterizaciones brillantes. Destacando a Dakota Fanning (La guerra de los mundos) en el papel de Liz, principal protagonista de la historia con una evolución del personaje que deja totalmente satisfecho al espectador. Los decorados también juegan un papel importante para hacer creíble la época en la que se desarrolla la historia.

Sin restar importancia a la mágica e intensa interpretación de Guy Pearce en el papel de El Reverendo, un fanático predicador con una historia oculta que le da un intenso aire de intriga al film. El actor nos obsequia con un papel de hombre malvado que no defrauda en absoluto. Si Brimstone fuese una película de superhéroes, éste sería el villano de todos los villanos, la maldad personificada con traje negro y sombrero.
Entre el magnífico reparto ya presentado, contamos con dos integrantes que se han hecho archiconocidos por la serie de televisión de la cadena HBO, Juego de Tronos. Por un lado, Carice van Houten, la Melisandre de Juego de Tronos. La actriz ya había trabajado con Koolhoven en Suzy Q. Las viejas alianzas nunca mueren. Y por otro lado, Kit Harington, Jon Nieve en la serie de moda, nos deja con un papel que no tiene mucha importancia dentro del hilo argumental, salvo en la forma en que influye a Liz y la manera de afrontar la situación desde el momento que se conocen.

Un incestuoso western ambientado en la época colonial con una atmósfera oscura y opresiva. Una época de extremo fanatismo en que la mujer no tenía voto ni derechos sociales bajo una fuerte represión ultra cristiana que, la película utiliza como leitmotiv e impulso para contar una historia de venganza y justicia.
La banda sonora de Junkie XL (Deadpool) utiliza crestas musicales que resaltan las trágicas emociones de las que hace gala la película. Un recurso que no el del todo lícito, pero que funciona bastante mejor de lo habitual. Lo cierto es que la buena presencia que desprende el trailer, se intensifica con la propia historia. Para un servidor ha sido una grata sorpresa que tendré que volver a ver en cuanto me sea posible.