El 4 de Mayo de 1979 Margaret Thatcher juraba su cargo como primer ministro de Reino Unido. La líder de los conservadores británicos sometía a las clases menos privilegiadas de su país, la inmensa mayoría, a una serie de radicales iniciativas políticas y económicas que provocaron un enorme malestar social. Musicalmente también se produjeron cambios. El punk y la música disco desaparecen de las listas al tiempo que la new wave iniciaba su reinado. Sin embargo, en el feudo de la Thatcher despuntaba la New Wave Of British Heavy Metal, y formaciones como Iron Maiden o Saxon aglutinaban el descontento de una juventud sin futuro.
Judas Priest llevaba por aquel entonces casi una década enarbolando la bandera del heavy metal, pero aún no había llegado su momento. Letras de una muy clara ascendencia Black Sabbath que se trasladaban entre unos ritmos y unos sonidos más cercanos al hard rock con excelentes resultados como en el "Rocka Rolla" de 1974, que comenzaron a evolucionar hacia ese apabullante sonido heavy metal que pasaría a la historia. Artefactos como el "Sad Wings Of Destiny" de 1976, el "Sin After Sin" de 1977 y el "Stained Class" de 1978, o el "Killing Machine", también del 78, se esforzaron en marcar las pautas del sonido que les convertiría en una de las bandas más influyentes de la historia del heavy metal.
A comienzos de 1980 los cinco integrantes de Judas Priest se encerraban en Tittenhurst Park, la mansión de Ringo Starr, para comenzar la grabación del “British Steel”, el álbum que habría de consolidarles. Un proceso de grabación hecho como se estilaba entre las bandas que definieron el género. La banda al completo tocaba los temas, se grababa, y el resultado era lo que quedaba plasmado en el disco. Así lo hizo Judas Priest para el “British Steel” y las consecuencias sólo fueron positivas.
En Abril de 1980 Judas Priest lanzaba “British Steel”, su sexto álbum de estudio, bajo el sello Epic Records. Su maravillosa portada, una de las mejores de la historia del rock, obra de Rozslav Szyabo, era un fiel anticipo de lo que había entre las tapas del disco. Los dedos sujetaban una cuchilla y no se cortaban. El heavy metal no era nocivo en un álbum ya crítico desde su arte en lo social y lo político, apoyo a la multitud de obreros a los que despidió la siderúrgica British Steel en aquellos momentos de reformas liberales de la Thatcher.
Sin duda “British Steel”, producido de manera sobresaliente por Tom Allom, fue el álbum que encumbró a Judas Priest como una de las más grandes formaciones de la historia del heavy metal. Un disco que lo cambió todo y que definiría su género al terminar por completo con los últimos vestigios de blues. Y lo hizo sin caer en una comercialidad de la que erróneamente se le ha achacado.
“British Steel” es tan duro o más que todo lo que Judas Priest había facturado hasta la fecha, y ofrece en una impresionante muestra todo lo que era el heavy metal en aquellos momentos, además de proporcionar también una atinada visión de en que se iba a convertir. El álbum capta fielmente el momento en el que el heavy metal comenzaba a llamar la atención de las masas pero todavía no había caído en lo comercial.
El sexto álbum de estudio de Judas Priest alternó gloriosos himnos del género que iba a definir con temas más rápidos e intensos de mitológicas y oscuras letras en cortes cercanos al speed metal absolutamente precursores del thrash metal que nacería pronto. “British Steel” es realmente una variada mezcla musical que englobó todo aquello que convirtió a Judas Priest en una banda accesible e incluso cachonda. Judas Priest no eliminaría el sentimiento heavy de su sonido como si haría años más tarde. Un brutal asalto de dobles guitarras asesinas, tempos vertiginosos y voces agresivas y airadas que personifican el género de la misma manera que lo hicieron en lo estético con los cueros, las cadenas, las tachuelas y las botas.
K.K. Downing y Glenn Tipton vuelven a dar un paso al frente en “British Steel” con un brutal y agresivo trabajo de guitarras duales. Las demoledoras melodías fabricadas por aquellas doce cuerdas se convirtieron en emblema del sonido de la banda. Rob Halford se muestra tan enfadado como siempre, realmente una de las mejores y más características voces del metal. El bajo de Ian Hill y la batería de Dave Holland, en su debut con Judas Priest, son seguramente la parte más débil del quinteto, aunque su trabajo en “British Steel” es digno y les sitúa por encima de la media.
“British Steel” abre con “Rapid Fire”, speed metal de vertiginosas guitarras en el más puro estilo de la vieja escuela tras el que “Metal Gods” aminora el ritmo en cierto modo, pero no su sentimiento heavy con un Rob Halford excepcional. Llega “Breaking The Law”, himno imposible de olvidar con su memorable riff principal y su pegadizo estribillo. Después “Grinder”, un corte complicado y heavy con riffs abrasivos y gruñidos de Halford tras el que “United” se convertiría en otro de los himnos del álbum merced a una dinámica y un estribillo totalmente contagiosos, antes de “You Don’t Have To Be Old To Be Wise”, un poderoso corte de interesante mensaje, pegadizo y perspicaz con un poderoso solo de guitarra que pulveriza todos los sentidos.
“Living After Midnight” es otro trallazo contundente y adictivo, una de las piezas más tradicionales que Judas Priest fabricó jamás. A continuación “The Rage”, un tema de medio ritmo lleno de heavy con una interesante intro de bajo de Ian Hill tras la que las guitarras se embarcan en una procesión lenta pero aplastante. “Steeler”, un rapidísimo tema de solo y final de la vieja escuela, se convierte en el más que apropiado final para “British Steel”.
Esto es “British Steel”, uno de los mejores trabajos de Judas Priest, un disco mítico de la escena del heavy metal británico de comienzos de la década de los 80, uno de los discos más respetados e influyentes de la historia del género. Un álbum reconocible por la inmensa mayoría de aficionados ya desde su magnífica portada, un disco, sin duda alguna, imprescindible.
Entrada publicada en ZEPPELIN ROCK SABBATH de @FRAILAS el 19 de Noviembre de 2013
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