Ésta es una de esas veces en que la pobre reseña pobre no le hace media justicia al disco, así que les digo desde ya lo que no logro transmitir: este es un gran disco, compañeros. Me hubiese gustado que me lo regalaran cuando salió, por el 2002. Para entonces yo empezaba a reemplazar la música hit basura del momento por Pink Floyd, Bob Marley, Jimi Hendrix, en fin, esas cosas que están buenísimas con las que se suelen obsesionar los púberes cuando se dan cuenta de que pueden, más allá de su condición de juguetes del azar, elegir la música que escuchan. Broken Social Scene tiene el aire de esas épocas, de salir en skate, patear pavimento y hacerte mierda un par de veces, o ratearte del colegio y fumar tu primer porro. De creer en un futuro dorado que va a llegar pese a todo y aunque no pase nada; de un mundo nuevo y maravilloso que se nos va presentando para que lo juzguemos con el entusiasmo irrefutable de la inocencia. Esa predisposición que se va falseando de a poco. Y quizás por eso el nombre del disco, lo que olvida gradualmente el adolescente a medida que se acostumbra a serlo. La única dicha comparable a la de pertenecer es la de ser extranjero.
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Sorpréndeme.