Los postres son sin duda uno de los alimentos que más complicaciones dan a las personas celíacas. Las grandes superficies no suelen contar con una gran variedad de dulces que no contengan gluten, algo que también sucede en las pastelerías y confiterías. Es cierto que cada vez hay más establecimientos que tienen en cuenta las diferentes intolerancias alimentarias o dietas como el veganismo a la hora de elaborar sus productos, pero continúa siendo una oferta muy reducida. Afortunadamente, contamos con un gran margen de maniobra para adaptar diferentes recetas de postres a nuestras necesidades y la del brownie es una de ellas.
El origen de este dulce es realmente curioso ya que se debe a un error del cocinero. La primera mención que se hace de este bizcocho se remonta a 1896, cuando un cocinero se olvidó de echar la levadura a su mezcla. A pesar del error, los ingredientes de base combinaban perfectamente por lo que el sabor de aquel bizcocho era bueno, tan solo se había visto afectada su textura, más apelmazada y menos esponjosa que la de un bizcocho normal. Desde entonces, los brownies han estado presentes en Estados Unidos como uno de sus dulces típicos y más famosos.
A nuestro país llegaron gracias a la influencia de las cadenas de comida rápida y a la popularidad que adquirieron a partir de las series de televisión. ¿Quién no recuerda aquellos increíbles brunchs de las chicas de Sexo en Nueva York en los que los brownies eran una pieza principal? Parece mentira, pero gracias a series como ésta, los brownies ganaron más adeptos, además de situar al diseñador canario Manolo Blahnik en el panorama internacional. Quizás por ello la ficción se ha ganado un puesto en diferentes ámbitos de la cultura popular contando incluso con slots con la imagen de las cuatro amigas en diferentes casinos del mundo.
Volviendo a los brownies y a su receta, ésta es especialmente fácil de hacer sin gluten porque la cantidad de harina que se emplea para su elaboración es muy pequeña. Además, el intenso sabor a chocolate eclipsa al resto, por lo que no importa demasiado el tipo de harina que usemos ya que su sabor casi ni se notará. Si eres un apasionado del chocolate, te encantará.
INGREDIENTES:
– 225 g de chocolate negro de repostería sin gluten
– 150 g de azúcar blanca
– 30 g de harina de arroz sin gluten (también podéis usar harina de maíz fina de Maizena)
– 85 g de mantequilla a temperatura ambiente
– 2 huevos a temperatura ambiente
– 140 g de nueces cortadas en pedacitos (la receta clásica se hace con nueces pero podéis usar los frutos secos que más os gusten: almendras, avellanas, etc.)
– 5 g cacao en polvo sin gluten (Valor)
– una pizca de sal
– una pizca de bicarbonato
ELABORACIÓN:
Lo primero que debemos hacer es derretir la mantequilla y el chocolate. Para ello ponemos un cazo a fuego lento y colocamos la mantequilla. A medida que la mantequilla se vaya derritiendo vamos removiendo para que no se pegue en el fondo. Una vez que esté derretida del todo, añadimos el chocolate cortado en pequeños trozos para facilitar su incorporación y seguimos removiendo hasta que ambos ingredientes estén completamente derretidos. También podríamos hacer este proceso en el microondas pero en este caso tenemos que ir controlando el tiempo (nunca más de 30 segundos) y removiendo a cada poco para evitar que se queme alguno de los ingredientes.
Dejamos enfriar unos minutos y añadimos el cacao en polvo, previamente tamizado. Batimos hasta incorporarlo bien.
Una vez que hemos conseguido integrar el cacao en la mezcla, añadimos el azúcar y de nuevo batimos bien hasta conseguir una mezcla homogénea.
Repetimos el mismo proceso con los huevos, la harina, la sal y el bicarbonato, asegurándonos de batir bien tras cada incorporación pero sin hacerlo en exceso.
A esta mezcla le añadiremos ahora las nueces cortadas en trocitos y valiéndonos de una espátula realizaremos movimientos envolventes hasta conseguir que se queden perfectamente repartidas por toda la masa.
Untamos un molde cuadrado con mantequilla y vertemos con cuidado la masa, ayudándonos de la espátula para extender la superficie de manera homogénea.
Horneamos durante aproximadamente 30 minutos a 180ºC. Este tiempo puede variar en función de vuestro horno así que es recomendable que una vez pasada la media hora pinchéis con un palito el centro del brownie. Si el palito sale limpio, vuestro brownie ya estará listo, en caso contrario lo dejaremos hornear unos minutos más. Es importante que esta comprobación se haga en el centro del brownie porque por los laterales el bizcocho debe quedar húmedo y con esa textura “pegajosa” tan característica.
Una vez fuera del horno, lo dejamos enfriar antes de desmoldarlo.
Una de las mejores opciones para degustar este brownie es acompañarlo de una bola de helado de vainilla o sirope de chocolate caliente. ¡Una delicia!