Las noticias sobre la detención de unos “brujos” cercanos al presidente iraní, Mahmud Ahmadinejad, ha tenido poca difusión en Occidente, quizás porque resulta increíble que se rodee de exorcistas la principal autoridad electa de un país de 72 millones de habitantes, donde se prepara la bomba atómica.
Casi nunca se habla de las supersticiones que, aparte de la religión, esclavizan al mundo islámico, incluido el chiita, con su espíritus terroríficos, ángeles, demonios, fantasmas y entidades desconocidas.
Evocarlos, aunque prohibido, es práctica que se mantiene pujante. El chiismo tiene así un omnipresente mundo espiritista al que se une el milenarismo, el fin del mundo, la llegada del Mahdi, el décimosegundo imán de la secta, desaparecido secretamente, y que volverá como Redentor, a imitación de la Segunda Venida de Cristo.
Mahmud Ahmadinejad, que en mayo de 2009 había profetizado que el Mahdi volvería en abril de 2010 para premiar a los suyos y convertir a la humanidad al islam, se equivocó, pero sigue creyendo que la llegada es inminente.
La semana pasada se supo que Esfandiar Rahim-Mashai, consejero de política exterior de Presidente, y otros colaboradores presidenciales, habían sido detenidos por “haber usado poderes sobrenaturales y de haber invocado a espíritus para hacer prevalecer la política de Mahmud Ahmadinejad”.
Rahin-Mashai “hizo brujería” y acudió a Abbas Ghaffari, un mago “dotado de poderes especiales en el aura metafísica y vinculado a mundos desconocidos”, acusan los ayatolás más poderosos, aunque quizás todo sea una purga o purga dentro del régimen.
Las órdenes de detención vienen del ayatolá Alí Jamenei, el líder supremo de la República Islámica, insatisfecho con la mágica dirección que lleva el país.
Pensándolo bien, nunca sabremos qué será peor para todos, la bomba impulsada por los sobrenaturales ayatolás, o por los nigromantes de Ahmadinejad.
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En el diario El Correo, antiguo El Correo Español-El Pueblo Vasco, escribe Florencio Domínguez, uno de los más fiables analistas de la situación vasca.
Hace un par de días publicó un artículo que el cronista recomienda encarecidamente a sus lectores. Se titula Mirar el censo.
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SALAS se fija mucho en cómo vienen las elecciones