Yaya es tradicional, por lo general está enfadada con el resto del mundo y, sobre todo, nunca está de acuerdo con nada, siempre se opone a todo y pone mil y una objeciones. Es cabezota y orgullosa y más partidaria de la cabezología que de la magia. Por su parte, Tata Ogg es una auténtica matriarca que vive rodeada por sus muchos hijos, nueras y nietos. Su casa siempre está abierta, cualquiera es bienvenido y para ella su familia es lo más importante, incluido Mandón, su gato. Es la matrona por excelencia de las Montañas del Carnero. Y en medio de las dos está Magrat Ajostiernos, mucho más joven e inexperta. Está obsesionada con seguir al pie de la letra las enseñanzas, los conjuros, los hechizos, para la brujería es de lo más cuadriculada. Todo lo contrario que sus dos compañeras, mucho más pragmáticas y menos convencionales y estrictas a la hora de hacer magia. Con cualquier cosa se apañan, lo que desconcierta y sorprende a la novata e ingenua Magrat, tan idealista y hippie. Es imposible no cogerles cariño a estas tres brujas. Son irónicas, cínicas, irreverentes y políticamente incorrectas. No tienen pelos en la lengua y dicen lo que piensan. Su tranquila y apacible vida de aquelarres en los que toman té con pastas cambia por culpa del duque Felmet y su esposa la duquesa, un matrimonio insulso, con pocas luces, que ha asesinado a Verence, el rey de Lancre, y ha usurpado el trono y el castillo del pequeño reino. Por si fuera poco, obsesionados con la riqueza, pretenden que todas las brujas paguen impuestos, algo a lo que no están dispuestas. Aunque no suele ser lo habitual que las brujas se entrometan en asuntos de política, esta vez Tata, Yaya y Magrat hacen una excepción y trazan un caótico y alocado plan para desenmascarar y derrotar a los duques. Pero no estarán solas. Les acompaña el fantasma de Verence, el rey asesinado, un bufón que no quiere serlo y una compañía de teatro itinerante. Así, mezclando la realidad con la ficción de las representaciones, las tres brujas utilizarán sus poderes y su magia para intentar que el reino de Lancre vuelva a la normalidad y, de paso, para no tener que rascarse el bolsillo. Brujerías es el particular homenaje de Terry Pratchett a Shakespeare. Teatro, regicidios, traiciones, fantasmas, bufones, herederos y, cómo no, unas brujas entrometidas que son incapaces de quedarse de brazos cruzados. Con el inconfundible estilo de Pratchett, lleno de ironía, cinismo, humor y verdades como puños, esta obra que nos arranca muchas carcajadas también nos hace reflexionar sobre la manipulación de la opinión pública.
Una novela que sin duda os recomiendo si queréis reíros, pasar un rato muy agradable, pensar sobre el poder o la corrupción y comprobar de qué son capaces unas brujas cuando les tocan sus verrugosas narices. Si te interesa el libro puedes encontrarlo aquí.