Un lugar que estaba en mi lista, mucho antes de armar la lista, era Porota.
No me acuerdo como fue que llegue a enterarme del lugar, pero sí me acuerdo de que tenía ganas de ir por el concepto: cocina de la abuela «Porota», mi abuela. Bueh, en realidad esta Porota en particular es la abuela de otros nietos...
El lugar es más mini de lo que me imaginaba, pero está bien. En la casa de la abuela Porota los domingos no eramos más de los que pueden entrar en este mini bistro «de herencia».
«Sanguches» y ensaladas de la casa, platos del día, postres y variedad de cosas dulces hacen del lugar una cocina como «de la casa de la abuela».
Mientras esperábamos la comida, hojeamos los cuadernos de esta abuela, con anotaciones en el margen de truquitos, esquemas y de que programa salió la receta: Petrona, Ketty, etc.
A estos cuardenos vintage, que amablemente nos dejó ver la dueña-nieta, se le suma la decoración vintage y la tendencencia DIY, que tantas tienditas de diseño tienen ahora en Buenos Aires, como los banderines de tela o la guirnalda de pajaritos.
Conclusión: si están en Buenos Aires, hayan tenido o no una abuela Porota, pasen por el local, merece la pena.
¿Por que será que para evocar la nostalgia me salieron tantas comillas?