Sin duda, el relato hará temblar de emoción e ira a los que ven en los libros algo más que objetos de compraventa, ya que su proximidad a la realidad, y su exquisitez en las descripciones de los volúmenes y las bibliotecas, pone los pelos de punta al mismo tiempo que fascina.
Brunetti se vuelve a rodear de sus personajes más afines para llevarnos hasta su mundo: su esposa Paola, se dice que es el alter ego de Donna Léon, una mujer cultivada, profesora de literatura inglesa en la Universidad y apasionada de los libros y la cocina; su compañero Vinaello, el policía inteligente; la signorina Elettra la elegante y sagaz ayudante siempre vestida a la ultima moda; el circunspecto piloto de la motora Foa y el exasperante Patta, un jefe que responde al perfil del perfecto inútil vestido con camisas compradas en Londres. Tampoco faltan su suegros, el conte y la contessa Falier, cultos, ricos, frívolos y exquisitos y su palazzo veneciano, que un día Brunetti heredará.
Por supuesto, la ciudad de Venecia, sus restaurantes, su café Florian, sus costumbres y gastronomía, también juega un papel protagonista a la hora de explicar una época y una sociedad. Donna león aprovecha una vez más el relato para por por boca de Brunetti dejar patente su preocupación por el deteriro de la ciudad de la los canales. En este ocasión su batalla es contra el paso de los grandes cruceros por el Gran canal, hasta la misma puerta del la plaza de San Marcos. "Desde donde le miraban, aquel gigante tapaba la vista de la ciudad, la luz del sol y cualquier sentido de percepción, sentido o propiedad de las cosas. ¿Qué efecto podía tener el buque sobre la piedra de la riva y sobre el material de cientos de años de antigüedad?", relata ante el paso de uno de sus mamotretos flotantes. Una pregunta inquietante.
Publicado en La Voz de Galicia