Una de las suciedades mas indignantes de los políticos españoles, de todos los partidos y colores, es la de haber beneficiado a los clubes de fútbol con ventajas y concesiones caciquiles, contrarias a la ley, que jamás concederían a empresas y ciudadanos. Lo han hecho por miedo a los aficionados y por la enorme influencia sobre la opinión pública que tienen los clubes de fútbol. Los mismos políticos miserables que embargan el sueldo de un trabajador para que pague una multa de tráfico o el IBI, olvidan las deudas multimillonarias de los clubes de fútbol fiscalmente delincuentes y se sientan en sus palcos para ganar popularidad y votos.
La Comisión Europea abrirá un expediente sancionador a siete clubes de fútbol españoles --Real Madrid, Barcelona, Athletic de Bilbao, Osasuna, Valencia, Hércules y Elche-- por presuntas ayudas ilegales, según ha anunciado este lunes el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, José Manuel García Margallo. Sin embargo, esos siete son solo la punta de un enorme iceberg de irregularidades y abusos que afectan a muchos mas equipos de fútbol, entre los que destacan avales, condonaciones de deudas, patrocinios públicos injustificados, deudas no cobradas y congeladas, permutas de terreno y otras muchas irregularidades, todas ellas motivadas por el miedo de los políticos españoels a perder popularidad, votos y poder.
Esas ayudas camufladas, ademas de constituir violaciones de le ley, alteran la igualdad y permiten a los clubes beneficiados competir con otros equipos europeos aupados por las ventajas públicas, algo que en Europa se persigue y castiga sin misericordia.
El comisario español Joaquín Almunia, al que ya apenas le quedan amigos en España, está decidido a respetar su deber de hacer cumplir las leyes. Ya ha dictaminado que los astilleros españoles devuelvan las ayudas ilegales que recibieron; ahora le toca al fútbol, pero después queda una larga lista de abusos y suciedades, promovidas desde un poder que se cree que en Europa puede ser tan impune como en España y que terminará con devoluciones masivas de dineros y subvenciones europeas malversados y despilfarrados, como el dinero para combatir el desempleo que se fugó por las alcantarillas de la Junta de Andalucía, a través de los EREs mafiosos, o gastado impúdicamente por los sindicatos en comilonas, viajes y otras marranadas.
A España le quedan años difíciles que pasar, años de vergüenza y oprobio, cuando el mundo entero capte la enormidad de la corrupción y la suciedad esparcida por los poderes públicos en nuestro país, donde la arbitrariedad y el abuso han presidido la contratación pública, la concesión de subvenciones y muchos casos de urbanismo indecente, empleos para amigos del poder, filtraciones interesadas, despilfarros, robos y cientos de corrupciones, en todas sus variedades y vertientes.