Hace unos meses tomé la decisión de acoger en mi casa a un nuevo amigo. Un simpático peludo, más noble que la gran mayoría de las personas que he conocido.
Recuerdo el primer día que llegó a casa. Se escondió debajo del sofá y sólo salía llamado por la comida... Estaba muerto de hambre, y después de posiblemente muchos años en la calle (la veterinaria dijo que era un abuelito), ni se fiaba mucho de las personas ni el pienso era su comida favorita...
Pero se fue recuperando, y poco a poco se convirtió en la alegría de la casa. Siempre salía a saludar, se despedía de mi por las mañanas y cada vez que salía de guardia se quedaba a mi lado en el sofá durmiendo las horas que hiciera falta (como era viejito, tampoco tenía muchas ganas de jugar y destrozar cosas). Curado de su neumonía, de su otitis, y de su conjuntivitis que no tardó mucho en recidivar, resultó que tenía inmunodeficiencia felina o FIV. Para el que no lo sepa (yo ni idea del tema hasta ese día, en que me empapé todo lo que encontré en PubMed, y algún que otro foro) es un virus similar al de VIH, pero en gatos, y de transmisión entre gatos. Sin problema porque, una vez recuperado de todas sus enfermedades callejeras, estaba asintomático, quitando que de vez en cuando estornudaba, que no sé si tendría algo que ver. En general, diría que era un gato muy tranquilo, y al menos parecía feliz...
Llegó en calor y cambio su hambre voraz por inapetencia, lo que me preocupó cuando no quiso comer el atún que tanto le gustaba... En fin, hace 4 días, saliente de guardia, me pareció muy pachucho y lo llevé a urgencias, que como dato informativo, para el que se queje de la sanidad pública, diré que me costó 227€ que le cogieran una vía, le sacaran una analítica y le pusieran sueros. Resultó que estaba en cetoacidosis diabética (por si no tenía bastante)... La verdad es que para el diagnóstico que me esperaba, hasta fue un alivio, y se quedó ingresado yo pensé que mejoraría rápido con la sueroterapia...
Pero una vez más, la vida no es como uno quiere que sea, es como es. Y 48 horas después mi pequeño amigo peludo no sólo no había mejorado, sino que había hecho un fallo hepático. La ictericia y la coluria que tantas veces he visto, que tanto he estudiado, me dolieron mucho más... Casi no podía moverse... Y eso sí que no iba a permitirlo, porque si alguien no se merece sufrir es ese pequeño sin atisbo de maldad... Y me tocó tomar una decisión difícil. Hice por él lo que quisiera que alguien hiciera por mí, llegado el momento...
En fin, perdón por la sensiblería, pero es increíble lo que puede llegar a quererse a un bichito de 3 kg y 4 patas... Al menos se que por un tiempo fuiste feliz...
Gracias por haber hecho mi mundo un poquito mejor cada día.
Y para todo el que dude después de esta entrada si mereció la pena, les diré que es la mejor decisión que he tomado en los últimos años. Os dejo un link de la protectora en que yo lo encontré, por si alguien quiere echar una mano, al final, recibes mucho más de lo que das: http://www.rivanimal.org/