Hacer una buena inversión es el anhelo de todo inversionista. Lograr extraer el mayor beneficio posible al capital invertido es el objetivo de quien ha depositado su confianza, traducida en dinero, en un proyecto determinado.
Sin embargo, las cosas no son tan ideales. Es posible que se tenga una idea de qué es una buena inversión que no necesariamente sea la correcta. O bien los puntos o parámetros que se hayan establecido no encajen en el tipo de inversión que se ha hecho.
En ese sentido, existen señales básicas que confirman una buena inversión. Aquella que logra satisfacer los requerimientos y expectativas de quienes capitalizan proyectos propios o de terceros con la intención de tener retornos adecuados.
Y es por esta razón que vamos a listar tres señales primarias que definen una buena inversión. De manera que se tengan como punto de referencia a la hora de evaluar el proyecto de inversión en que se han incurrido.
Hablar de inversión es hacer alusión a capitales y beneficios. Inyectar recursos económicos a una idea o proyecto de negocio que se espera produzca utilidades en el corto, medio o largo plazo; dependiendo del tipo y la forma en que se invierta.
A todo esto, cuando se habla de una buena inversión, no es el mero hecho de haber capitalizado tal o cual proyecto, sino que implica la satisfacción de expectativas que, al final de la jornada, producen sonrisas adornando los rostros de quienes han puesto su dinero a producir.
Por lo tanto hay dos elementos claves en este tema:
Si esta situación se da no significa que la inversión fue mala, sino que algo fuera de lo común se presentó e incidió en el proceso natural de la capitalización hecha. Aunque es válido decir que existen mecanismos para contemplar estos reveses inesperados.
Por lo tanto, una buena inversión viene acompañada de estándares que definen si realmente es o no conforme a las expectativas de quien invierte; siendo ésta la señal primordial de su éxito; resumiéndola en los objetivos financieros de inversión.
Es ahí en donde radica la importancia de los objetivos financieros, en que establecen el estándar que define la acción de inversión.
Luego de ver que el elemento principal que define una buena inversión son los objetivos financieros, entonces entran en escena los tres indicadores primarios que muestran si la capitalización se ha realizado de manera correcta y si logrará satisfacer la expectativas de quien invierte.
Señal No. 1: Rentabilidad
La primera señal que confirma una buena inversión, y quizás la más fácil de identificar, es la rentabilidad.
Algo es rentable cuando produce beneficios. Por lo tanto, en la medida en que una inversión presente excedentes entonces hay rentabilidad. Lo que sucede es que no siempre las utilidades generadas satisfacen la inversión o a quien la hace. Tomando en consideración que no todos los instrumentos o formas en que se invierte tendrá el mismo nivel de respuesta.
En otras palabras, no es lo mismo invertir, por ejemplo, en comodities que invertir en acciones, o bien en el mercado de divisas que en certificados financieros. Cada instrumento y mercado tiene sus características particulares y la persona debería, dentro del marco de la posibilidad, adaptarse a ello.
No obstante, y es aquí en donde el objetivo es clave, la rentabilidad debe responder a una expectativa previamente hecha, aquella que vaya acorde a la realidad tanto del instrumento, el mercado y la persona. Por lo tanto, al haber definido ya los objetivos financieros y que estos respondan a lo esperado en señal de que se ha hecho una buena inversión.
Señal No. 2: Tiempo
La segunda señal es el tiempo. Algunas personas se preguntarán ¿Por qué? Porque el tiempo en el mundo de las inversiones, literalmente, es dinero; por lo tanto, dentro de los factores que hay que tomar en cuenta, sin duda alguna, es el tiempo que toma recuperar la inversión.
Es decir, más allá de la rentabilidad está qué tiempo toma recuperar el capital. Tomando en consideración los niveles de incertidumbre que se manejan dentro del mismo mercado.
Esto no quiere decir que todas las capitalizaciones para ser buenas inversiones tienen que ser a corto plazo. Sino que al establecer objetivos financieros claros, medibles y alcanzables, y en ese tenor definir los niveles de rentabilidad esperados, entonces el rango de tiempo enmarca todo el contexto de la inversión que se va a realizar.
Por lo tanto, cuando se logra ajustar al tiempo adecuado conforme a la capacidad del instrumento dentro del mercado, entonces esto es una señal de que se ha hecho una buena inversión.
Señal No. 3: Riesgo
La tercera señal es definitoria. Porque es la que tiene un mayor peso dentro de toda la estructura de inversión. Es la que representa el punto de inflexión para la persona que pone a producir su dinero.
El riesgo, en términos financieros, es la probabilidad de que algo adverso suceda. En él se cuantifica qué tan posible es que la inversión tenga un revés. Pero al mismo tiempo es un indicador de cuánto debe la persona provisionar en caso de que dicho evento se haga realidad.
En tal sentido, una señal que confirma que se está haciendo una buena inversión es cuando el riesgo queda dentro del rango de tolerancia de la persona. Es cuando se ha medido y se han hecho los acopios de lugar para solventarlo en caso de que se presente. Es decir, si han tomado medidas cautelares en función del nivel de riesgo que se está manejando.
De manera que si algo no sale como se planeó entonces el efecto de pérdida tenga el menor impacto negativo posible, sino que exista un colchón que amortigüe dicho revés. Y, una vez más, entran en escena los objetivos financieros. Porque en la medida en que esté definidos acorde a la realidad individual y las expectativas entonces se harán inversiones conforme al perfil de riesgo individual en donde se contemple aquellas cosas que pueden salir mal.
Hacer una buena inversión de manera consuetudinaria no es un golpe de suerte. Es el resultado de analizar las diferentes variables que inciden de manera directa en el desarrollo de la misma. Partiendo de los objetivos financieros, los cuales definen la estructura de toda la estrategia que se va a llevar a cabo durante el proceso de capitalización financiera.
A todo esto, es importante resaltar, como lo hemos hecho en otras ocasiones, que este tipo de acciones es mejor llevarlas a cabo con el acompañamiento de personas que están en el día a día en el ámbito de las inversiones. Acercarse a un corredor o puesto de bolsa, o bien a un asesor(a) financiero(a); es una movida prudente. Acompañado de la documentación apropiada.
En ese sentido, le sugerimos que adquiera, además de la asistencia profesional, el libro El Inversor Inteligente de Benjamin Graham, de manera que tenga una panorámica ampliada de las estrategias y tácticas relacionadas al mundo de las inversiones, haciendo clic en la imagen más abajo.
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