Ya que he empezado el día con uno de mis poemas, lo terminaré con uno de los párrafos de Mala letra, el relato con el que colaboro en El del medio de los Panero, de Gsús Bonilla:
¿Conoces a ese hombre?, me preguntó el camarero: ¿Sabes quién es? Detesto los interrogatorios desde la primera vez que pisé los calabozos de una comisaría de policía. Me ponen nervioso: ¿Por qué?, le encaré, frunciéndole el ceño: ¿Pasa algo con él o qué?, en actitud amenazante, hostil. No, nada, me dijo: Perdona, se excusó: Es que está aquí desde que abrimos, me explicó: y ya he perdido la cuenta de las latas de Coca-Cola que lleva tomadas, dijo: y como te vi hablando con él ahí fuera pensé que igual sabías quién era, terminó. O sea, pensé, todo esto porque un pobre hombre le debía algunos refrescos, manda cojones, joder. Lo sé, le corté: Se llama Leopoldo María Panero, le dije: y es uno de los poetas más importantes de este puto país de mierda, me exalté: Y todavía te voy a decir más, le dije: Se aloja en este hotel, concluí, rematando la faena: Y aclarada esta cuestión, sonreí: haz el favor de llevarme a la terraza un café, una tostada con mantequilla, un zumo de naranja natural y una Coca-Cola para el maestro, le pedí. ¿Las vas a pagar tú entonces?, me preguntó. No, joder, le contesté: Yo solo pago lo que te acabo de pedir. Por cierto: ¿dónde estaba el Feliz Caballero, su cuidador?, pensé enojado.
David González en Mala Letra:
Gsús Bonilla. El del medio de los Panero. Ediciones Lupercalia, 2015.