¡Buenas noticias!

Por Carmelo Carmelo Beltrán Martínez @CarBel1994
¡Guau!
Hoy vengo con muy buenas noticias, y es que os puedo asegurar que ha sido uno de los días más felices de mi vida.
Bueno, realmente tenemos que remontarnos primeros una semana atrás. Cada cierto tiempo me toca ir al veterinario. Eso de estar malo y tener que estar sometido a un tratamiento es lo que tiene, que si paseo para aquí, que si ahora al veterinario…

Bueno, la cosa es que desde hace mucho tiempo ya no me estaban pinchando, por lo menos seis meses, y todos los de mi entorno estaban muy preocupados por mí. Tenían miedo que los números que salen en ese papel que me ve lo que tengo en la sangre fueran muy altos y que tuviese alguno de mis órganos un poquito deteriorados. He estado todo este tiempo solo con las pastillas… y nadie se fiaba mucho de qué podía pasar la verdad. Los veterinarios nos habían dicho que parecía que ese tratamiento no podía hacer efecto en mí y que teníamos que intentar probar uno experimental. Me iban a usar como conejillo de indias… Mi familia no estaba nada segura de ello, y la cosa es que si yo les veo nerviosos yo me pongo igual. ¿Tenía que dejarme hacer eso? Yo solo quiero estar sano y que me den abrazos.
La cosa es que, como os iba diciendo, la semana pasada estuvimos en el veterinario. Voy tanto que es ya casi como otra habitación de mi casa. Ya sé todo lo que va a pasar: Llego, saludo a todos los perros que haya, y si hay alguno que me caiga mal, obviamente le voy a ladrar para que sepa quién manda; tras esto toca esperar a nuestro turno. La verdad es que el suelo está frío y que aunque no lo quiera demostrar ese sitio me pone algo nervioso, solo dan malas noticias…; entonces nos llaman y entramos. Me saludan y me tocan un rato la cabeza, pero yo estoy en tensión, sé que es lo que va a pasar. Me miran las orejitas y los ojos y entonces llega el peor momento: me tienen que pesar.
No, vosotros no lo entendéis. Aunque en todas estas fotos parezca que tengo una figura tan estilizada, la verdad es que no es así. Soy un poco ancho de huesos y algunos podrían decir que estoy gordo, aunque la verdad es que yo dentro solo guardo amor, bueno, amor y esas salchichas que tanto me gusta comer.
Cuando me piden que me acerque hasta la balanza me entra el pánico. El número que marque va a determinar si durante ese mes voy a poder recibir premios o no. ¿No decís los humanos tanto eso de que la belleza está en el interior? ¿Entonces por qué no me aceptáis tal y como soy?
Bum bum, bum bum. Mi corazón palpitaba. Me acababan de subir encima. Era de metal y estaba frío. No quiero mirar arriba, y no quiero escuchar. Dios mío, vaya tensión. ¿Cuánto peso?
¿De verdad? ¡Esta vez no había engordado!Puede que vuelvan los premios de vez en cuando. Me he portado súper bien. Aunque… echo mucho de menos que venga la amiga de mi hermanito y comamos galletas de chocolate juntos… ¿Quizás en verano? La verdad es que ahora mismo la veo muy poco. ¿Habrá encontrado un perro mejor que yo?.
Entonces llega el pinchazo. Me cogen la patita. Me ponen una especie de cinta rodeándola y me pinchan. Me sacan mucha sangre. Cuando la veo me recuerda a esa vez que me mordieron por la calle y sangré tanto… Algún día me vengaré.
Por último me vuelven a acariciar todos. He vuelto a ser todo un valiente. Solo por este rato de mimos, y por el premio que sé que voy a recibir ahora, merecen la pena las visitas al veterinario.
Y aquí nos encontramos. Una semana después ha llegado la carta con los resultados. ¿Cómo estará mi cuerpo?
Vi, expectante, como mi madre sacaba el papel del sobre y lo miraba. Una sonrisa se dibujó en su cara. ¡Los informes eran totalmente favorables! ¡Estaba mucho mejor que hace seis meses!
Rápidamente subimos las escaleras y fuimos a avisar a mi hermano. Nos tiramos los tres a jugar a la cama.
@CarBel1994