Miguel Angel veía en cada bloque de piedra una escultura a la que liberar y los escultores de la ruta de las caras de Buendía descubrieron escondidas en las montañas de este pueblecito Conquense figuras que deseaban saludar a los senderistas que recorren los caminos. Siempre he pensado que la naturaleza es buena amiga de la escultura, en parte porque ella misma es escultora de sus paisajes.
El paseo transcurre a la sombra de un pinar donde los escultores Jorge Maldonado y Eulogio Reguillo decidieron un buen día de 1992 moldear la piedra arenisca para dar rienda suelta a su imaginación. La ruta es como un juego de la búsqueda del tesoro: ¡otra cara! Allí al fondo se ve algo, ¡un Krishna!… Por lo visto todas las obras se hicieron con martillo y cincel, nada de taladros eléctricos, así algunas de las más grandes tardaron hasta ocho años en terminarlas.
Mi favorito es el Chemary (así estaba bautizada la figura), una especie gnomo dormido o guardián del bosque que me hizo pensar en las leyendas que suelen acompañar a los bosques más tupidos. También me llamó mucho la atención una espiral en la que podía leerse “su movimiento rompe el tiempo y el espacio para conducirlo a lo infinito.”
Desde la escultura de la calavera, que culmina un pequeño de cerro, nos asomamos al embalse de Buendía, lugar con historia estrechamente unida al agua. El 10 de marzo de 1955 el embalse inundó el balneario de La Isabela, construido apenas cien años antes por Fernando VII que solía acudir al lugar a mitigar los dolores de la gota. Además del balneario las sequías también revelan el pueblo donde se encontraba este complejo. Los vecinos de La Isabela hoy repartidos por los pueblos cercanos siguen celebrando su patrón el 13 de junio, San Antonio (me recuerda a estas entradas: embalse de Porma y pantano de Luna)
Muy cerca de este embalse se encuentra otro de mayor tamaño, el de Entrepeñas donde merece la pena acercarse a alguno de sus miradores para admirar el contraste del turquesa, el verde y el azul. Además, si tenéis suerte, puede que algún buitre os baje a saludar.