Como diría Shakespeare ¡Otro día más en la brecha!
Y así, como cada mañana, cumplo con el mismo ritual cuando suena el despertador. Lo apago y "araño" unos minutos más. Doy un beso a mi mujer quien aún dormita y noto como nuestros dos perros se suben a la cama para darnos los buenos días.
Es algo que pienso y que varias conversaciones con compañeros y amigos me hacen darme cuenta que es una realidad; una triste realidad.
Continúo el ritual. Parece milimétrico, como si de un reloj suizo se tratase. Desayuno, me doy una ducha, me preparo las mochilas; las dos, la del gimnasio y la del trabajo. Converso con mi mujer unos minutos y salgo a trabajar.
Son veinte minutos de trayecto en coche. 20 minutos en los que todos los días me asaltan las mismas dudas y preguntas. ¿Te gusta lo que haces? ¿Estás alegre? La respuesta, lejos de una negativa rotunda, suele ser un "bueno, podría ser peor ¿no?". Y esa respuesta es la que viene incitada por la triste necesidad de tener que trabajar en algo que no te llena, no te gusta y que, además, apenas te da ingresos suficientes como para tener un plan de vida a largo plazo.
Son ocho horas en las que apenas pienso. Hago todo como un autómata y, lo peor de todo, es que soy bueno. Soy muy bueno en mi trabajo.
Y tras ésta no tan breve introducción llego a la conclusión de que algo mal debemos estar haciendo como sociedad en varios aspectos.
El primero de ellos es la educación que le estamos dando a las generaciones más jóvenes. Por un lado les bombardeamos a mensajes de que una vida mejor es posible, de que persigan sus sueños y que no se conformen con lo que tienen porque la vida siempre puede ofrecerles algo mejor. Pero luego nos damos de bruces con la realidad y te das cuentas de que conseguir tus sueños no es tan fácil y que necesitas los medios necesarios y, siendo así, deben conformarse con lo que tienen hasta que puedan lograr su sueño... en caso de que lleguen a lograrlo.
El segundo aspecto, y aquí imagino que no hay una afirmación que pudiera considerar un dogma, es que el mundo laboral se ha degenerado. No sé si por la necesidad de las personas o por comidad de las mismas pero (y aquí hilo con el punto anterior) aquellos que, como yo, tomamos una decisión como un puente para lograr nuestros sueños, como no nos proporciona los medios necesarios, no llegamos a alcanzar esa meta y, en muchos casos, acabamos olvidándola viéndonos forzados a mantenernos en el "Bueno, podría ser pero ¿no?"