Resulta complicado integrar de una forma didáctica y entretenida a la vez los entramados que ofrecen nuestras ciudades. No cabe duda que son lugares llenos de historia y de identidad, que reflejan fielmente el paso del tiempo así como la apuesta tanto “por el de fuera” como por el de “dentro” que han hecho desde la administración turística.
A pesar de lo ricos que suelen ser ciertos sitios, en muchos de los casos suele faltar ese elemento integrador entre el turista y el destino, esa “pizca de algo” que lo saque del resto de lugares con un potencial similar. Muchas ciudades son entrañables de partida, ya que por un cierto motivo, por su historia, pos sus características geográficas, por su ordenación…, por diferentes motivos destacan sobre el resto. Pero si esto no ocurre o si por otro lado queremos lanzar una acción que atrape al turista y haga de nuestro destino un lugar más entrañable…., algo debemos de hacer.
Esto que os cuento es algo que también surgió en mi último viaje, una pequeña ruta por Polonia que me llevó a una ciudad que poco o nada había escuchado antes, Wroclaw. Esta ciudad tenía zonas muy modernas, edificios históricos, una larga historia, paseos encantadores…, pero sobre todo eso lo que me atrapó fue “la ruta de los duendes”, una curiosidad que rompe por completo la ciudad “convencional” y hace más entrañable si cabe tu visita, ya que Wroclaw no volverá a ser una ciudad más, será la ciudad habitada por los duendes.
Algo similar a lo que te comento de Wroclaw ha surgido con más sentido si cabe en Buenos Aires. Bajo el nombre de Buenos Aires dibujada, surge una ruta cultural con los símbolos de los mejores maestros dibujantes de Argentina. A la imagen de Mafalda le siguen las esculturas de los personajes más queridos de las tiras argentinas como Isidoro Cañones, creado por Dante Quinterno; Larguirucho, el personaje de Manuel García Ferré; Matías, de Sendra; Don Fulgencio, ideado por Lino Palacio; el cacique tehuelche de Quinterno, Patoruzú; y Gaturro, la mascota de Nik.
La exposición al aire libre se encuentra localizada en el denominado “Paseo de la Historieta”, y atraviesa el histórico barrio de San Telmo, Puerto Madero y Costanera Sur hasta llegar al Museo del Humor, situado en la Avenida de los Italianos.
Acciones de este tipo me hacen reflexionar si la gestión de la integración en muchas de nuestras ciudades se hace buscando la singularidad, el encanto o simplemente para salir del paso. Acciones de este tipo son muy positivas por diversos motivos:
- Ayudan a salvaguardar la cultura de un lugar.
- Son acciones que buscan tanto la interacción con el turista como la aprobación del ciudadano autóctono.
- En relación a otras inversiones, estas son acciones modestas apoyadas más por sentido común que por talonario.
- Rompen lo convencional frente a otros destinos competencia directa.
- Facilitan al turista a comprender la idiosincrasia del destino.
Estos podrían ser algunos de los motivos por los que apoyaría este tipo de opciones, aunque no a cualquier precio. Hay otros ejemplos que no son precisamente de buenas prácticas, sino que le pregunten a la calle de las setas en Alicante. Las inversiones deben estar fundamentadas en algo más que el capricho de los políticos, y a partir de ahí desarrollarlas en profundidad contando con la opinión del ciudadano y de los técnicos oportunos.
¿Se te ocurre alguna ruta temática interesante para tu destino? No hace falta ni tan siquiera las esculturas, con una buena historia y un buen guía, el éxito está asegurado.