Me gusta mucho la portada de Público
Buenos días. Hoy lo son. Llevo un buen rato escuchando la radio, leyendo diarios, echando vistazos rápidos a Twitter y Facebook… Todo tranquilo en el horizonte: hoy no hay crisis, ni recortes (sí, perdón, los hospitales catalanes se tomarán como domingo por falta de medios unos cuantos días de aquí a final de año: puentes, vísperas,… y ponerse enfermo va a serlo doblemente durante las esperas), ni Moody’, ni Fitches ni Standard & Poors. Sólo el fin de la violencia, el adiós a las armas de ETA, la alegría contenida de los vascos porque ha sido mucho el sufrimiento durante demasiado tiempo y la herida ha de empezar a cicatrizar ahora.
Y Gadafi. Cuanto más veo las imágenes del líder libio muerto, menos me lo creo. Cuando escucho el discurso oficial me invade esa conocida sensación de que me están mintiendo, y sucumbo a la desconfianza. Y vuelve esa pérdida de atención ante lo que parece tan evidente y me quedo ensimismada mirando un punto suspendido en el aire mientras el Gadafi asesinado entra en mi salón y se recuesta en el sofá o, como ahora, me mira de frente desde la pantalla. Y falta algo, falta raccord…